Un fuerte y desagradable olor ha invadido la ciudad de San Miguel de Tucumán y sus alrededores en las últimas horas. Este olor proviene de las plantas azucareras y es un problema recurrente.
La molestia comenzó el lunes por la noche y sigue afectando a gran parte de la zona urbana de Tucumán. A pesar de las promesas de las autoridades de resolver este problema, parece que tendremos que lidiar con este olor desagradable durante mucho tiempo. No está claro si hay conexiones económicas entre los funcionarios y las empresas azucareras.
El olor proviene de un subproducto llamado vinaza, que se desecha durante la producción de alcohol. Cuando la vinaza se descompone, emite gases que, debido a un fenómeno meteorológico llamado inversión térmica, quedan atrapados en la ciudad en lugar de dispersarse en la atmósfera.
El problema se agrava a medida que Tucumán produce más alcohol para biocombustible. Existen soluciones tecnológicas para este problema, pero el Estado no exige a las empresas que realicen estas inversiones.
La contaminación en Tucumán ha aumentado significativamente en los últimos 20 años debido a la falta de control y la falta de requisitos adecuados para el manejo de desechos, junto con el crecimiento de la ciudad.
La contaminación del aire puede causar problemas de salud, como enfermedades pulmonares, problemas cardíacos y agravamiento del asma. Los ancianos y los niños son especialmente vulnerables.
San Miguel de Tucumán tiene niveles de contaminación del aire que se acercan a los de otras ciudades importantes en Argentina, como Rosario, Córdoba y algunas áreas del Gran Buenos Aires. La topografía de la ciudad contribuye a que los gases contaminantes queden atrapados.
Además de la contaminación del aire, se han encontrado niveles elevados de arsénico en el agua en Tucumán y otras provincias, lo que es preocupante ya que el arsénico es cancerígeno.
En el río Salí, cerca de Tucumán, se ha detectado una fuerte contaminación que ha afectado incluso a investigadores que han visitado la zona. Esta contaminación proviene de fábricas, incluyendo ingenios azucareros, que arrojan sus desechos al río.