La eliminación de San Martín en un partido de fútbol enfureció a los aficionados, quienes se congregaron frente al vestuario del equipo en busca de explicaciones.
Los seguidores expresaron su descontento con cánticos como “¡Que se vayan todos!”, mostrando su enojo por los malos resultados del equipo.
El presidente del club, Rubén Moisello, y el vicepresidente segundo, Carlos Cisneros, fueron los principales señalados como responsables de formar un equipo que no estuvo a la altura. Recibieron insultos y críticas.
La tensión se incrementó, y algunos hinchas incluso dañaron la tienda oficial del club y se llevaron prendas.
El árbitro, Diego Ceballos, también fue objeto de reproches debido a decisiones polémicas durante el partido.
A pesar de la hostilidad, el exjugador Gonzalo Rodríguez recibió un cálido recibimiento de los fanáticos.
La situación se volvió más tensa, lo que llevó al refuerzo de la seguridad en el estacionamiento, con la intervención de la policía y el uso de balas de goma para dispersar a la multitud.
El entrenador del equipo, Pablo Frontini, suspendió una conferencia de prensa, y Nahuel Banegas, uno de los jugadores, criticó al árbitro por su actuación en el partido.
El plantel de San Martín finalmente abandonó el estadio después de la medianoche.