Vecinos del Barrio Oeste II afirman que el barrio está tomado por “los transas”: “No murió nadie porque tuvieron suerte”

Publicado el: 3 enero, 2025

En el barrio Oeste II de San Miguel de Tucumán, la violencia ligada al control del narcomenudeo tiene a los vecinos viviendo con miedo constante. En un ataque ocurrido en las primeras horas del año nuevo, un joven conocido como Leandro “Cantina” Álvarez resultó gravemente herido tras recibir disparos de tres hombres, dejando en evidencia la lucha territorial entre bandas en la zona.

El incidente comenzó cuando Álvarez irrumpió en una vivienda, destruyó una cámara de seguridad y disparó al aire. Después, amenazó a “Paja”, un hombre condenado por la desaparición de María de los Ángeles Verón, y discutió con otro joven antes de dispararle. Más tarde, fue interceptado por tres hombres identificados como “Chino Pato”, “Chara” y “Rogelio”, quienes le dispararon, dejando 29 vainas servidas de pistolas nueve milímetros en el lugar.

Los vecinos relatan que el ataque es consecuencia de la ruptura de un acuerdo de paz entre los líderes delictivos Javier “Chuky” Casanova y Santiago “Cara i’ Gota” Villafañe, quienes buscaban detener los enfrentamientos entre sus grupos. Este pacto se desmoronó en diciembre tras provocaciones mutuas, incluyendo un tiroteo en el estadio La Ciudadela y un ataque contra Facundo Ale, conocido en el barrio.

La disputa se agravó cuando “Chino Pato” y “Chara” decidieron separarse de la red de “Chuky” para crear su propio negocio de narcomenudeo, provocando la reacción violenta de “Cara i’ Gota” y sus aliados.

En medio de este conflicto, los vecinos viven con temor y sienten que la violencia es inevitable. “Andaban re locos, con armas. No murió nadie porque tuvieron suerte”, comentó María Laura Fernández, una residente. Otros, como Mario Herrera, piensan en abandonar el barrio, mientras que algunos temen que sus casas sean ocupadas por las bandas si se van.

El fiscal Carlos Sale investiga los hechos, pero enfrenta un clima de rumores y silencio, ya que los vecinos temen represalias. En redes sociales incluso circuló una falsa noticia sobre el suicidio de uno de los sospechosos, interpretada como una amenaza entre las bandas.

En el Oeste II, el control territorial de las drogas parece dictar las reglas, y los vecinos creen que las venganzas continuarán. “Esto no quedará así. Tarde o temprano buscarán revancha”, lamentó Cecilia M., quien vive en el barrio para cuidar a su madre. La paz que tanto anhelan los habitantes aún parece muy lejana.

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