El perfil de una persona puede definir una investigación en el momento en que deja a la vista las conductas. La situación del acusado Darío Javier Suárez y el juicio por la desaparición y el presunto crimen de Daiana Garnica pueden enfrentar un giro inesperado en pleno debate, de acuerdo con los indicios que surgieron en los últimos días.
Según la imputación encabezada por el fiscal Claudio Bonari, el sábado 6 de mayo de 2017, Suárez se comunicó a través de mensajes de WhatsApp con Daiana. Usando engaños logró que la víctima saliera de su casa del asentamiento Julio Abraham, en Alderetes, y caminara hacia una parada de colectivos ubicada en la ruta Eva Perón por donde él pasaría a buscarla.
Le habría pedido que lo ayudara a llevar un aire acondicionado que había comprado y que inventara cualquier excusa para engañar a su madre, pero que no le dijera que iba con él.
Pasadas las 19 horas, la adolescente salió de su casa por última vez y no volvió a ser vista. La Fiscalía sostiene que Suárez la privó de su libertad para luego acabar con su vida y por eso fue acusado de privación ilegal de la libertad seguida de homicidio agravado por alevosía y mediando violencia de género.
El juicio por el crimen de la adolescente tuvo un retraso inesperado. Los acusadores advirtieron que en el expediente faltaba una prueba clave: los mensajes que supuestamente le había escrito el acusado a la víctima. Son frases sueltas que, para muchos, no tendrían sentido. Pero para los acusadores del caso son clave.
A través de palabras ilegibles, Suárez le pide a la joven que lo acompañe para comprarle un regalo a su madre. También le sugiere que no le diga nada y, fundamentalmente, le aseguró que la llevaría a su “lugar eterno”.
Esos escritos fueron sometidos a una pericia caligráfica. En las últimas horas trascendió que esas palabras fueron escritas por el imputado, por lo que su situación procesal podría complicarse.
Se usa el potencial por una sola razón: las defensas plantearon la exclusión de esa prueba porque había estado desaparecida durante mucho tiempo. El tribunal, integrado por Dante Ibáñez (presidente), Rafael Macoritto y Diego Lammoglia, deberá resolver el planteo.
El miércoles, antes de que se suspendiera el debate por la enfermedad de uno de los miembros del tribunal, en la audiencia se escuchó un testimonio clave. Tan fuerte fue la declaración de la testigo, que los jueces ordenaron a la prensa que se retirara de la sala y que no difundieran su identidad ni cualquier detalle que pueda ser utilizado para identificarla.
La mujer en cuestión relató cómo había conocido a Suárez cuando era una niña. Dijo que ella y sus hermanas estaban en una situación desesperante porque no tenían ni para comer. Esa situación de vulnerabilidad, según la testigo, fue aprovechada por el imputado, que les proporcionaba comida y, haciéndose pasar por pastor, les leía fragmentos de la Biblia.
En determinado momento, Suárez la llevó a vivir a su casa cuando apenas tenía 12 años. A partir de ahí -dijo- la obligó a tener relaciones sexuales. Un año después tuvo el primero de los dos hijos con el acusado hasta que se separó después de haber vivido un infierno de siete años, ya que durante todo ese tiempo, sufrió ataques sexuales y físicos. Fue tan categórico, crudo y dramático el testimonio, que el auxiliar fiscal de Cámara Osvaldo Martínez presentó una nueva denuncia en contra del imputado.
Los dichos de la mujer generaron revuelo en el debate. “Esta testigo dijo lo que Daiana nunca pudo decir en todo este tiempo”, señaló el representante del Ministerio Público. Carlos Garmendia, que representa a la familia de la víctima, reconoció que sorprendió a todos. “Esperábamos que lo defendiera, no que contara todo eso”, señaló.
“Al analizar los mensajes que le dejó a la víctima y compararlos con el testimonio de esa persona, no hay dudas de que existen patrones criminales comunes”, detalló Martínez.
Garmendia señaló los puntos en común que existen entre los dos casos. “En ambas situaciones él se aprovechó de la situación de vulnerabilidad de ambas chicas. Tampoco podemos dejar de mencionar que haciéndose pasar por vecino generoso entabló una relación de amistad con las familias de las chicas”, añadió.
Lo que quedó al descubierto en apenas tres audiencias, provocará un giro en el juicio. La teoría que elaboran los acusadores es que Suárez intentó mantener una relación amorosa con Daiana, pero como la adolescente se negó, la podría haber matado.
¿Qué hizo con su cuerpo? Es una pregunta que no tiene respuesta. Tampoco hace falta responderla: en la historia de la Justicia ordinaria hubo dos condenas en casos en los que los cuerpos nunca fueron encontrados: el de Ángela Beatriz Argañaraz (31 de julio de 2006) y el de Milagros Avellaneda y de su hijo Benicio (28 de octubre de 2016).
Estos indicios también despejarían todas las dudas de que Daiana haya sido entregada a una red de trata de personas, teoría que ya había sido investigada y descartada por el fiscal federal Pablo Camuña. Hasta aquí todo parece indicar que se trató de un femicidio, tal como sostienen los acusadores.
Si bien es cierto que aún quedan por declarar varios testigos claves, entre ellos la hermana de la mujer que torció el rumbo del juicio y que también fue pareja de Suárez, la posibilidad de que el imputado sea condenado a perpetua crece día a día.