Hace ya dos meses y dos días que Daiana Garnica se encuentra desaparecida. Su familia no pierde las esperanzas de encontrarla pero la desesperación de la falta de datos certeros en la investigación los abruma.
Ramón Garnica, el padre de la adolescente, se hizo presente en Tribunales porque iban a exhibirle unas prendas halladas cerca de la ladrillera que sospechaban que podían pertenecer a su hija. “No son cosas de mi hija, no se puede hacer nada, estoy cansado de renegar”, expresó en el pasillo de la Fiscalía II°, adonde lo había convocado el fiscal Diego López Ávila, quien subroga a Claudio Bonari, el instructor de la causa.
“Ya estoy cansado, no hay ninguna respuesta, siempre que hay que seguir esperando, pero para nosotros no es vida esto”, declaró el hombre, que está convencido de que su hija fue víctima de una red de trata de personas. “Darío Suárez secuestró a mi hija y la vendió; la entregó para que se la lleven a otro lado y sigue callado la boca. Estoy seguro de eso. No sé cuándo la justicia trabajará por esa parte, ya se me termina la paciencia”, se quejó. “No puedo vivir -agregó- sabiendo que mi hija fue privada de la libertad por esta basura que encima no habla. Vivimos en un mundo de egoístas, te ven llorar, suplicar y no se conmueven”.
Garnica insistió en que lo único que le importa es saber dónde está Daiana. “Para un padre no hay nada más sagrado que una hija. Soy capaz de perdonar todo lo que haya hecho con ella, pero que me lo diga, necesito saber de mi hija”, volvió a implorarle a Suárez.
“Sé que se aprovechó de nuestra confianza y la vendió. También hago mis análisis, pienso en cómo trabajó él y en lo que vi en el celular de mi hija. Ese día que se encontraron, él le decía que no lo espere en la garita, que lo espere más allá, era porque la iba a levantar en un vehículo, ya tenía planeado todo”, intentó reconstruir.
“Digo que Suárez no le hizo nada y que se despojó de ella así como estaba porque no se dio cuenta de que mi hija no tenía el celular. Por eso después volvió tranquilo a la casa, como si nada, y recién cuando lo increpamos y le mostramos que teníamos los mensajes se fue”, agregó.
Suárez vivía enfrente de la casa de Daiana, en el barrio Julio Abraham de Alderetes. El 6 de mayo a la tarde, le mandó un mensaje de texto para pedirle que lo acompañara a comprar un regalo. La jovencita salió, pero no llevó su teléfono celular para dejarlo cargando. Por eso los investigadores y su familia saben que salió con su vecino, el principal sospechoso. Él y otras 11 personas están presas en esta causa.