La pandemia y el aislamiento obligatorio alteró los hábitos de las personas y afecta a negocios de todo tipo en el mundo: nada será igual una vez que termine la cuarentena en distintas geografías. Y uno de los rubros que está en jaque es el de la diversión y el entretenimiento.
Durante 23 años ininterrumpidos Recórcholis fue, incluso hasta hace poco tiempo, un sinónimo de diversión en la noche tucumana que hoy bajó el telón quien sabe hasta cuando. Por ese motivo, el dueño del mítico boliche que supo animar a tucumanos de varias generaciones decidió convertir el lugar en algo absoluta e inesperadamente diferente.
Javier Farhat transformó el lugar en un comercio tipo miniservice que funciona en Avenida Aconquija y Remedios de Escalada. Al lugar ya no llegan personas que pugnan por entrar al lugar sino proveedores de alimentos, bebidas y artículos de limpieza, entre otras mercaderías.
Las mercaderías aparecen anunciadas en carteles donde se anuncian las ofertas: la vida continúa, o procura continuar pese a la realidad que jaqueó la actividad nocturna, paralizada indefinidamente.
El lugar, que no sólo funcionaba como boliche sino como salón de fiestas, quedó convertido en algo que probablemente los asistentes a Recórcholis desconocerán si llegan a pasar por allí.
La última noche de Recórcholis fue el 6 de marzo. El tiempo dirá si alguna vez volverán las luces a brillar en la pista y en los recodos del lugar que hoy aparecen ocupados por góndolas improvisadas y productos, entre ellos, el inevitable alcohol en gel, la lavandina y el barbijo.