Por Sergio Silva -Cuando accedieron al lugar, los peritos, curtidos en este tipo de escenarios, contuvieron la respiración. Es que la saña y la brutalidad del crimen del sacerdote Oscar Juárez, quedó marcada en el cuerpo de la víctima. Los pesquisas detectaron 14 heridas de arma blanca, varias en la espalda: las otras en la axila, en el abdomen y en el pecho de la víctima. Juárez, el párroco de San Martín de Porres, de 67 años, estaba aún vestido, por lo que presumen que el crimen se habría producido después de las 23, justo después de que el sacerdote regresara a la iglesia ubicada en Castro Barros al 100.
Pero tal vez el detalle que más llama la atención sea una cinta de embalar que rodeaba la boca de la víctima, alrededor de su cabeza, que detonó una pregunta obvia. ¿Le fue colocada antes del brutal ataque?
¿Es este un detalle significante a la hora de plantear la hipótesis definitiva del crimen? Creemos que sí. Este, junto con el modus operandi del ataque-violento en extremo-le entrega al investigador el primer borrador y GPS de lo que pudo haber pasado.
El lugar, la habitación donde la víctima descansaba, no registraba un desorden visible, en cambio, los pesquisas encontraron unos cuantos objetos separados en el cuarto contiguo. Un indicio, por ahora, de que quienes irrumpieron en el lugar habrían tenido la intención aparente de llevarse cosas de la parroquia. Sin embargo, los objetos no revestían un excesivo valor: se trata de elementos que tienen la mayoría de las parroquias.
Más allá de esto, en la habitación donde apareció la víctima estaban todos los objetos de aparente valor, por ejemplo, un televisor, entre otros electrodomésticos.
El otro dato que repararon los expertos es que había billetes de 100 pesos junto al cuerpo y que dos armas que pertenecerían a la víctima estaban en su lugar, intactas.
Entonces, la causa del ataque ¿fue un robo que habría sido descubierto por la víctima o existe otro móvil posible en el complejo escenario de este homicidio?
Esa es la pregunta que se hacen y no se atreven a responder de forma categórica, por ahora, los pesquisas que trabajan a las órdenes de la fiscal Adriana Giannoni.
Pericias en un vehículo
Los investigadores trabajan con el dato que Juárez acudió a cenar a la casa de una vecina antes de regresar a la parroquia, según confirmó una fuente consultada por TucSinFiltro. Allí habría cerrado el portón de la entrada pero dos personas que acudieron a la mañana temprano lo encontraron sin llave, lo que no dejó de llamarles la atención. Sería una de estas personas las que encontrarían el cuerpo sin vida de la víctima, alrededor de las 10 de la mañana. Se trata de una encargada de la limpieza la que descubrió el cadáver de Juárez, tapado con una sábana.
Los investigadores, se concentran, por ahora, en las huellas que hallaron en el auto Chevrolet Cruze que pertenecía a la víctima y que quedó intacto. Huellas dactilares y pisadas que contrastan con un hecho demasiado notorio: los intrusos no robaron el vehículo. La primera versión de los pesquisas es que ingresaron por una tapia a la parte de atrás de la propiedad y allí habrían violentado dos puertas. Pero el paso de las horas y la escena del crimen lleva también a la fiscal a considerar otras hipótesis.
Las otras averiguaciones giran en torno a las últimas personas que vio el sacerdote, quien, según indican los testigos a los investigadores, era alguien querido por la comunidad religiosa. Juárez llevaba trece años en la parroquia y solía incluso recibir donativos que eran entregados a su vez a personas con problemas económicos vinculados con esta situación de pandemia. “No tenía un carácter confrontativo, no era alguien que tuviera conflictos, todo lo contrario”, indicaron algunos ante la pregunta lógica de los investigadores que procuran no dejar de lado ninguna teoría.
Por ahora, todo indica que se trata de un ataque que no reviste antecedente si los pesquisas confirman que se trató de un robo con el que se encontró Juárez en el interior de la parroquia. En ese sentido, pese a que algunos recordaron el antecedente de un crimen similar registrado hace unos meses, donde la víctima fue abordada de una forma similar, sería la primera vez en que un sacerdote muere de esta forma.
La única referencia en el tiempo parece ser el triste final del cura Juan Viroche, quien, se quitó la vida el 5 de octubre de 2016: su suicidio fue confirmado por los investigadores científicos durante la compleja investigación, un caso absolutamente distinto que el de Juárez.
Un comentario en “Qué dicen los forenses: al párroco Juárez lo apuñalaron en distintas partes del cuerpo”