El juicio a Juan Darthés está en el limbo. No está anulado, pero tampoco suspendido. No va a retomar en marzo, como estaba previsto. Quedaban solamente dos audiencias. En la última, fijada para el viernes 18, tenía derecho a declarar el acusado. No podrá ser.
Un tribunal de alzada decidió 2 contra 1 que el juez actual no tiene jurisdicción en este tema. El debate, planteado por la defensa del actor, es si se trata de un delito federal. El juez Pablo Alí Mazloum había considerado que sí y avanzó en el proceso que ya incluyó declaraciones de testigos y un extenso testimonio de Thelma Fardin, que declaró por más de cuatro horas en diciembre del año pasado.
Casi 24 horas después de la novedad aún no estaba claro qué pasaría con ese material. ¿Habrá un nuevo juicio que arranque de cero? ¿Darán lugar a la apelación del fiscal para que el proceso continúe? ¿Le entregarán esas declaraciones a un nuevo juez? No son especulaciones mediáticas. Tampoco lo sabía con certeza Mariela Labozetta, titular de la unidad fiscal que trabajó el caso desde Argentina ni su colega de Brasil. De él depende la actriz para avanzar en el pedido de justicia: no es querellante en la causa ni tiene abogado que la represente. Allí Thelma declara -ya declaró, en realidad- en carácter de víctima.
El de ayer es un nuevo episodio en una trama ya compleja. Una denuncia hecha en 2018 en Nicaragua por un hecho ocurrido en 2009, prueba que se produce en la Argentina y un juicio que se hace en Brasil porque allí se encuentra el acusado, prófugo de la justicia que pidió su captura internacional.
“Iremos a la justicia de donde sea, de acá, de Nicaragua”, le había dicho Darthés a Mauro Viale en una entrevista que dio días después de que Fardin hiciera pública su denuncia. En la misma nota, poco antes de dejar el país, aseguró: “Yo nunca me borré. Me voy a presentar con lo que tenga que presentarme. Voy a mostrar las pruebas que tengo que mostrar”. Pero esa instancia no llega. No hay blanco ni negro. Por ahora, Darthés no tendrá que declarar.
La narración del hecho a autoridades de tres países y un batallón de psicólogos, psiquiatras y peritos contradice todas las recomendaciones en materia de violencia de género y derechos humanos.
Hay quienes no necesitan un veredicto en este caso porque ya han resuelto creerle a Fardin o a Darthés. Una denuncia de violación no es una cuestión de fe y sin embargo ya es evidente que muchos no cambiarán de opinión incluso si un tribunal -de Brasil, de Nicaragua o de la luna- dictamina algo contrario a la idea que ya se han formado.