Por Mariana Romero-El testimonio de un policía retirado podría ser clave para determinar las irregularidades y delitos que se cometieron el 11 de marzo de 2006 en Tapia, cuando se halló el cuerpo de Paulina Lebbos. Waldino Rodríguez fue el segundo en llegar al lugar y estuvo a solas con el cadáver durante casi una hora. Y dice que al cuerpo lo movieron.
El hombre, acusado de encubrimiento agravado, comenzó a declarar el martes en el juicio que, a 12 años de su muerte, busca esclarecer el crimen de Paulina. Relató que el día del hallazgo, un joven vecino, Marcelo Goitea, fue a buscarlo junto a su jefe y le dijo que había encontrado un cuerpo cerca de allí. Aunque él se había retirado de la Policía, los acompañó al lugar y llamó en el camino a la comisaría de Raco. Él sabía que no era esa la jurisdicción pero la de Vipos, declaró, no tenía teléfono.
Cuando llegó al lugar, declaró, se bajó del auto y Goitea y su jefe lo dejaron allí, sin teléfono. Se acercó al cuerpo de Paulina, espantó a unos perros y vio que estaba a 10 metros de la ruta, bajando por una hondonada, boca arriba, llena de barro y tierra. Durante su testimonio, le mostraron fotos que tomó Criminalística al día siguiente y Rodríguez dijo que el cuerpo estaba más limpio en las imágenes y en otra posición. “¿Fue movido el cuerpo entonces?”, le preguntaron. Respondió que sí.
Rodríguez detalló que el primero en llegar al lugar fue el comisario Enrique García (hoy condenado por encubrimiento), quien apareció exultante y eufórico. Se acercó al cuerpo pero Rodríguez no puede afirmar si lo manipuló, porque se alejó del lugar. Más tarde, llegó el resto de los funcionarios, algunos de los cuales hoy están acusados de encubrimiento. Ya entrada la noche, dos hombres que estaban en el lugar lo amenazaron: “ya sabemos dónde vivís y cuántos hijos tenés; así que ya sabés, a esto lo ha encontrado la cana”, asegura que le dijeron.
Esos dos hombres, afirmó Rodríguez, acompañaron al comisario García a su casa ese mismo lunes, para hacerlo firmar el acta falsa en la que constaba que eran policías quienes, en un rastrillaje, habían hallado el cuerpo. A Rodríguez, además de firmar ese documento, se lo acusa de haber presenciado las amenazas que profirió García contra los hermanos Goitea para que declaren que ellos no encontraron el cuerpo. El imputado se declaró inocente y dice no haber presenciado esos “aprietes”.
“Si tuviera que hacer todo de nuevo, lo volvería a hacer, por la vida de mis hijos”, declaró Rodríguez, que lo único que reconoció fue haber firmado el acta falsa. El imputado insistió en que estaba amenazado y sólo pensaba en la seguridad de su familia.
Finalmente, aportó algunos datos de interés, en su calidad de lugareño y por su desempeño como policía durante 18 años. Indicó que, si el cuerpo hubiera estado ahí desde la desaparición de Paulina, los perros y otros animales del lugar lo habrían delatado. “Cuando hay cuervos los lugareños se van a ver qué ha muerto”, señaló. Además, detalló que los hermanos Goitea pasan varias veces al día por el sitio donde fue encontrada Paulina, lo cual despierta la sospecha de que el cuerpo fue “plantado” en el lugar cerca de esa fecha o ese mismo día.