Se dice que cualquier herramienta que exista en el mundo, puede ser utilizado como un arma de doble uso, y lo cierto es que en esa suposición hay mucha verdad. En este caso los barbijos que son utilizados para un bien propio y comunitario contra el covid-19, también puede ser usado por delincuentes como un mecanismo de ocultación de identidad.
Y la realidad es muy obvia: Nadie cubierto con un barbijo llama en lo más mínimo la atención. Evitar dejar un rastro visual ha sido siempre una constante entre ciertos tipos de delincuentes que deben exponerse a la luz pública para cometer sus infamias.
Esto resulto clásicamente en la historia criminal: el uso de barbas postizas, pelucas y hasta medias en la cabeza. Y claramente también están los disfraces que en muchos casos son de cuerpo completo.
La cuestión del tapabocas se ha naturalizado. Antes del periodo de confinamiento, una persona que viéramos venir desde lejos con el rostro tapado, generaba cierta prevención, incluso alarma, ahora no. Pasa desapercibido, cuando antes llamaba la atención. Por ello, ojo al piojo y a tener cuidado.