Hay hechos milagrosos que demuestran que no todos los ángeles tienen alas y que algunos se manifiestan en el modo y momento más inesperados. Esta vez, tres personas que fueron una bendición para una familia, salvaron la vida de una madre y un bebé.
Un policía compartió con sus amigos y compañeros de la fuerza una experiencia que describió como “única y maravillosa” ocurrida en la noche de este domingo. Como si fuera un designio divino, su nombre es Ángel, Ángel Rodrigo.
El efectivo policial, que es comisario, regresaba a Tucumán desde Amaicha del Valle cuando sufrió un desperfecto en su auto y quedó varado junto a su familia a la vera de la ruta 307. Un automovilista se ofreció a trasladar a su familia y Rodrigo quedó solo esperando que llegara el auxilio mecánico.
Minutos más tarde se estacionó detrás de él una ambulancia que trasladaba a una joven pareja. El policía le consulto al chofer si necesitaba ayuda y este le indicó que la mujer estaba a punto de dar a luz. Al parecer la pareja desconocía que iban a ser padres y asistieron a una consulta por un agudo dolor de estómago.
El policía y el chofer actuaron rápidamente y asistieron a la mujer, porque el parto ya era inminente. El bebe nació y, según contó el policía, el momento inundó de emoción a sus padres y a los dos improvisados parteros.
El policía ató el cordón umbilical con la trenza de su zapatilla y buscó como abrigar inmediatamente a la criatura, ya que en la ambulancia no contaban con los insumos y materiales necesarios para asistir a la parturienta.
Minuto después se estacionó otro auto del que bajó un hombre que resultó ser un médico traumatólogo que también ofreció su ayuda. El doctor se convirtió en el tercer héroe de la jornada, al esterilizar un cuchillo y cortar el cordón umbilical para evitar infecciones.
Finalmente, el bebé, su madre y su padre fueron trasladados hasta el hospital de Concepción. “Yo me quedé de nuevo solo en medio de la nada, pero ya no temía temor, sabía que después de esa bendición que me mandó Dios nada malo me iba a pasar, ya nada me importaba, sabía que Dios ahora me estaba protegiendo como protegió a ese bebé, que fue casi un milagro que viniera al mundo“.
El chofer de la ambulancia, Carlos Yelma, regresó hacia la zona de los valles, encontró al policía “partero” que estaba aún a la vera de la ruta, y le contó que el bebé y su madre se encontraban en buen estado de salud.
“Tenía una emoción”, cuenta el comisario. “El chofer de una ambulancia, un anónimo médico traumatólogo y yo habíamos ayudado a traer una vida al mundo. Ya no me importaba quedarme solo hasta la mañana ahí tirado, la guita que iba a gastar en el arreglo de mi auto, o lo que me iba a salir el acarreo de ahí hasta mi casa. Estaba feliz, ya no me importaba nada“.
Los ángeles que por impredecibles circunstancias se encontraban en el momento y lugar indicados celebraron emocionados la milagrosa y fortuita experiencia vivida. El policía finalizó su relato con un mensaje esperanzador: “DIOS SABE POR QUÉ HACE LAS COSAS“.
Leé su testimonio: