La ola delictiva se acrecienta en Tucumán y la bronca de los delincuentes contra la Policía de la provincia se hace cada vez más evidente. Este domingo, murió un cuarto policía en cuatro meses asesinado por “motochorros”.
El hecho ocurrió en un camino vecinal ubicado a unos 200 metros de la ruta 306, a la altura de “Los Porceles”. Al agente Pedro Antonio Jiménez, de 48 años, le dieron un disparo cuando se resistió a ser asaltado.
“Mi papá me decía que si alguna vez me querían robar la moto que la entregara, que no me resistiera porque la vida vale mucho más. Pero cuando le tocó a él, les hizo frente”, se lamenta Sergio (21), hijo del policía asesinado durante un presunto intento de robo ocurrido en la madrugada del domingo en un desolado sendero de tierra conocido como “Camino del Carmen” en Los Porceles, San Andrés.
Se trata de un camino rodeado por cañaverales, con pocas viviendas y sin iluminación. Sobre la ruta hay una estación de servicios, pero no atiende por la noche, por lo que hay pocas posibilidades de encontrar testigos del mortal intento de robo.
“Lo mataron cobardemente, como a un perro. No era necesario que lo asesinaran. Lamento que la Justicia no detenga esa ola de inseguridad. Los policías no tiene recursos para enfrentar a estos asesinos, les quitan la vida como si nada. Estos hijos de puta destrozaron una familia”, se quejó entre lágrimas Mónica, esposa del uniformado asesinado.
Jiménez tenía el grado de cabo primero de la Policía y estaba de licencia por vacaciones. Por la tarde había jugado un partido de fútbol en El Cevilar. Por la noche, cuando regresaba en su moto Honda CG, fue emboscado por supuestos asaltantes. Aparentemente, el uniformado extrajo su arma de fuego, pero cuando intentó remontarla uno de los ladrones le disparó a la altura de la axila izquierda. El policía quedó tirado a pocos metros de su moto. Aparentemente, intentó perseguir a los ladrones y entonces se desplomó. Vestía una camisa y una bermuda, y calzaba ojotas. Tenía su teléfono celular y el resto de sus pertenencias.
Un vecino de la zona que había visto pasar a Jiménez escuchó el disparo y acudió al lugar. Luego avisó a la Policía y a la familia de la víctima, quienes se dirigieron de inmediato hasta el sitio, donde permanecieron hasta que una ambulancia trasladó el cuerpo ya sin vida a la morgue judicial.
Los investigadores creen que Jiménez fue ultimado durante un intento de robo. Según trascendió, los expertos de Homicidios y de Criminalística habrían advertido que la pistola reglamentaria del policía (marca Hi Power 9 milímetros), estaba recargada y que había una bala de ese calibre junto al cuerpo del uniformado. El proyectil habría saltado al no ingresar a la recámara del arma de fuego, indicaron las fuentes consultadas.
Desde hace pocos meses Jiménez cumplía funciones en la seccional 6ª. El uniformado era padre de cuatro hijos: el mayor de 21 años y la menor, una bebé de apenas cuatro meses. Vivía junto a su familia en el barrio San Antonio, sobre la ruta 306, a menos de dos kilómetros del lugar del crimen.
Personal de Homicidios al mando de los comisarios Hugo Cabezas y Daniel Cuellar se encuentran tras los pasos de los asesinos. La causa se encuentra en manos del fiscal Arnoldo Suanábar (VII°), y fue la última que ingresó en su turno.