Se comunicaron con nosotros y el paciente rápidamente fue derivado a esta institución donde lo recibimos, evaluamos y constatamos que tenía un cuadro compatible con ACV. Allí comenzamos un tratamiento combinado, farmacológico y mecánico para poder resolver el caso clínico”, relató el doctor Gerónimo José Cossio, médico neurólogo del hospital Padilla.
Concomitantemente, durante el proceso de atención, el joven comenzó con síntomas del miembro inferior izquierdo, compatibles con obstrucción arterial aguda del miembro inferior izquierdo y tuvo que ser intervenido también por esta situación.
Para ello, un gran grupo de profesionales intervino, desde personal de enfermería, neurocirugía, cirugía vascular, neurología, emergentología.
Se trató de una cirugía compleja porque requirió primero, una organización hospitalaria. Una secuencia que hay que cumplir para que el paciente pueda llegar a la cirugía.
“Nosotros ofrecemos una atención integral del ACV. Es una patología muy frecuente, grave, que tiene una mortalidad elevada. Sobre todo la gran morbilidad que produce, la mayoría de los pacientes quedan severamente secuelados, y con estos tratamientos lo que intentamos es disminuir la mortalidad y las secuelas”, señaló.
Luego, su colega el doctor José Golcman, neurocirujano del establecimiento, continuó: “Cuando el paciente llegó, se le hicieron los estudios imagenológicos de urgencia para determinar si era factible hacer algún tipo de tratamiento. Y dentro de la ventana terapéutica, tenemos entre cuatro y seis horas para ofrecerle un tratamiento efectivo desde el comienzo de los síntomas”.
Como esta persona presentaba síntomas neurológicos gravísimos (dificultad para hablar y no mover la parte derecha del cuerpo), los especialistas hicieron la evaluación correspondiente y se determinó comenzar el tratamiento farmacológico. Puntualmente una droga que busca disolver el coágulo; aunque cuando la arteria que está tapada es muy grande, esa droga no es suficiente.
“Inmediatamente se transfirió al paciente a la sala de hemodinamia, que funciona como una suerte de quirófano híbrido. Eso significa que nosotros hacemos procedimientos diagnósticos y terapéuticos en el mismo lugar. Se avanzó con el diagnóstico y se detectó que estaba tapada la arteria carótida izquierda completamente a nivel del cuello, y que tenía obstrucciones en la arteria cerebral media que es la responsable de irrigar la parte del cerebro donde está el lenguaje”, detalló Golcman.
Y añadió: “Con mucho coraje y decisión, pudimos destapar la arteria del cuello y después la arteria intracraneal, la arteria cerebral. El paciente mejoró muchísimo. Luego se detectó que también tenía tapada una arteria en la pierna. Para entonces vinieron también los cirujanos vasculares y en este quirófano pudieron abrir la arteria femoral y sacar el coágulo. Fue un trabajo conjunto fantástico”.
El segundo desafío
Cuando llegaron los cirujanos vasculares al quirófano, debieron trabajar de manera coordinada por la gravedad de la situación.
“Intervenimos en la última fase que fue el salvataje del miembro. Tuvimos que hacer una cirugía un poco más estresante porque fue todo con anestesia local, porque una vez destapada la arteria cerebral no se podía hacer anestesia general. Pudimos trabajar en el quirófano híbrido del hospital Padilla, que como dijo el doctor Golcman, tiene todos los elementos para poder hacer una cirugía limpia, una cirugía arterial. Tuvimos éxito. Gracias a Dios pudimos recuperar a este joven de esa lesión neurológica y de la lesión vascular periférica”, dijo al respecto el doctor Jorge Valdecantos, cirujano vascular del hospital Padilla.
E hizo hincapié en que seguramente esto es una consecuencia del COVID: “Como cirujanos vasculares vimos muchas de estas patologías obstructivas, porque se detectó que la enfermedad COVID produce una alteración en el endotelio, además de una alteración en las plaquetas que aumenta factores pro-coagulantes. Estos son rasgos generales, por supuesto que no a todos los que tienen COVID se les producirá esta situación. Hay distintos estudios que hablan que en aquellos que tuvieron una patología COVID moderada, es decir no grave, el 2.6 por ciento de esos pacientes pueden desarrollar patologías trombóticas arteriales. Y el 35 por ciento de los críticos. Para ello se utilizan distintas drogas como anticoagulantes de bajo peso molecular. Con eso se trata de prevenir”.
Finalmente, Golcman sostuvo que el paciente evolucionó muy bien: “Quiero destacar este Programa Provincial de Prevención y Tratamiento del ACV, donde hay que enseñar a la población que se puede tratar, se puede evitar el ACV, y los signos y síntomas detectados tempranamente deben concurrir inmediatamente a cualquier centro médico, sobre todo al hospital Padilla que es el referente”