Por Sergio Silva Velázquez -El partido que todos soñábamos, el que queríamos jugar será el próximo domingo. La ilusión deberá tener una última espera antes de soltar el grito que más queremos. Argentina jugará otra final, la sexta de su historia y todo indica que tiene argumentos para pensar en lo que lo mejor está por venir.
Croacia, un rival duro en los papeles, terminó vapuleado por este seleccionado que tiene una efectividad mortal. Los primeros treinta y cinco minutos fueron todo del rival comandado por el enorme Luka Modric: el planteo de un equipo muy aceitado con manejo y repliegue para ocupar los espacios. Pero pocos minutos bastaron para que la Argentina de Messi desbaratara el mecanismo croata. Un gran pase de Enzo Fernández para el pique al vacío de Julián Alvarez empezó a virar el destino. El ex de River adelantó la pelota y el arquero se le interpuso. Penal, el cuarto a favor de nuestra selección.
Lo cobró Lionel Messi con un tiro inatajable que empezó a abrir el camino de una victoria épica. No todas las semifinales se ganan de la forma en que lo iba a hacer la selección. En pocos minutos, Alvarez -definitivamente en estado de gracia en este mundial-volvió a ser protagonista al llevarse decidido la pelota desde el mediocampo en un ataque en el que-favorecido por dos rebotes -terminaría definiendo magistralmente. Un golazo de antología que quedará en el recuerdo de los mundiales, más allá de como termine la suerte de Argentina.
Allí Croacia acusó el golpe. El segundo tiempo traería el tercero de la mano de un Messi inspiradísimo y tiempista para “sacar a pasear” a Josko Gvardiol, uno de los baluartes de la defensa croata, llevarlo hasta la línea y tirar el centro atrás-centro de la muerte-para que un efectivísimo Alvarez volviera a empujar a la red. Otro golazo de colección.
Un párrafo aparte se lleva el técnico Lionel Scaloni, un “improvisado” para el puesto-sin antecedentes de dirigir equipo alguno, algo raro en el país de 45 millones de “técnicos”-una apuesta que salió demasiado bien. Scaloni, un elegido por los hinchas, adoptado por los futboleros, le encontraría la vuelta a algo que ha sido un drama para los argentinos en los mundiales, los mundiales que supieron fulminar a quienes se sentaron a conducir la selección. Salvo Alejandro Sabella, la mayoría de los técnicos, que desde Carlos Bilardo a esta parte pasaron-y eso incluye nada menos que a Diego Maradona-, hicieron agua. En el fútbol, los resultados lo son todo. Pero la empatía y respaldo que tiene este equipo va más allá del análisis del más mentado comentarista de fútbol. Scaloni-tal vez por su falta de curriculum-se ganó el apoyo mas importante a la hora de comandar la misión mundial: el de la gente.
Esta selección ilusiona, más que nunca, ahora con el objetivo a la vista. Vamos Argentina.