Las cuatro cartas suicidas que escribió demuestran que el plan homicida estaba preparado desde hacía varios días. Sabía que su mujer no quería continuar la relación. Por eso la convenció para tener una última charla en la que le pidió un beso de despedida, después de aceptar que el vínculo no daba para más. Que así no podían seguir juntos. Ella accedió. Lo que no imaginaba era que esa reacción era parte de una idea siniestra para cometer un femicidio.
Ramón Oscar Luna es un expolicía salteño que estaba preso por narcotráfico en la cárcel de General Güemes, en la provincia de Salta. El ataque ocurrió el 17 de enero de 2020 en una habitación del sector de visitas del penal, pero el dato de cómo planificó el crimen de su pareja surgió en el juicio que comenzó a fines de abril y que pasado mañana ingresará en la etapa de alegatos.
Luna está siendo juzgado por el intento de femicidio de Silvia Burgos. En el debate el acusado confirmó que dejó cuatro cartas (dos dirigidas a sus hijas, una a su suegra y otra a un juez federal) en las que daba detalles de la planificación, que también incluía su propia muerte. “Si está escrito así, no lo voy a negar”, aceptó Luna durante el interrogatorio.
Silvia, por su parte, hizo un relato detallado y conmovedor de todo lo que pasó en la habitación I de la planta alta del Complejo Penitenciario NOA III. Entre otras cosas, reveló que su pareja era excesivamente celosa y que le reclamaba por otras supuestas relaciones.
Cuando finalmente la mujer le dijo que quería cortar, el acusado le pidió un último beso. Silvia estaba recostada en la cama. Y accedió. Luna se le tiró encima, le dio el beso pero enseguida le colocó el cuchillo en el cuello, haciéndole un corte de lado a lado. “Sentí algo caliente”, recordó la mujer sobre el ataque.
La víctima detalló que le tomó las manos a Luna y empezó a gritar pidiendo auxilio. La salvó un guardia penitenciario que intervino enseguida y se tiró arriba del acusado, pese a la resistencia del femicida que intentó volver a atacar a su mujer como lo había planeado. “Cuando salga, te voy a matar”, le alcanzó a decir, antes de que lo llevaran de regreso a su celda.
Los peritos que declararon en el juicio coincidieron al señalar que el acusado “era consciente de sus actos”. Los carceleros también fueron contundentes al asegurar que Luna, en todo momento, intentó liberarse para volver a atacar a su pareja.
En el juicio, el fiscal federal que investigó el caso, Ricardo Toranzos, destacó que “la visita de la concubina de Luna fue planeada por el acusado”, quien para ello destinó una suma de 10 mil pesos, de su peculio, con lo cual logró convencerla.
La mujer reconoció que su pareja le ofreció ese dinero y agregó que también le pidió que fuera sola, sin la hija menor de ambos. Otro dato que prueba la planificación es que el acusado ingresó a la habitación con un cuchillo sin mango que escondió dentro de un envase en el que llevaba un bizcochuelo.
“Que Dios me perdone”
Las cartas suicidas del expolicía Luna estaban en su propia celda. En ellas pedía disculpas, explicaba los motivos, aunque siempre culpando a su pareja porque lo había dejado de amar.
“Que Dios, si existe, me perdone lo que decidí hacer” y “los cuidaré a ustedes y a mi hijita desde el lugar que Dios me mande a descansar”, fueron algunas de las frases escritas por Luna a su suegra, a quien también le dio indicaciones sobre sus bienes.
En otra carta dirigida a otro familiar, Luna le anunció que “mañana va a ser un día muy difícil para mí y toda mi familia que me quiere… No te sientas culpable de esto, aprende que no hay que tener lástima a nadie, bueno con los buenos y malos con los malos, de donde esté te iluminaré todos los días”. “Sé fuerte, yo no perdono, si existe un Dios, él es el único que puede perdonar si uno lo merece sino no”, escribió el acusado en las cartas leídas en la audiencia por el fiscal.
En el escrito que dejó para el juzgado, Luna reconoció: “Decidí matarme junto a la persona que amo, no puedo seguir sufriendo acá”.