La policía de Junín llevaba ya varios minutos golpeando puerta por puerta en el barrio Ricardo Rojas. Unas horas antes, la madre de Camila Borda, de 11 años, había denunciado que su hija había salido a hacer las compras en bicicleta y no había regresado.
La búsqueda parecía frustrada, nadie daba indicios sobre el paradero de Camila. Hasta que se llegó a la tranquera de la calle Arias 1559. Se dio aviso con la sirena del patrullero… Nadie respondió. Los efectivos intentaron con aplausos, permaneció el silencio. Hasta que entre el barro y el césped, apareció un hombre, el casero del hogar. Con el torso desnudo y con un pantalón verde gastado, mantuvo una actitud esquiva ante el requerimiento de los oficiales.
“La entrada de la casa quedaba a varios metros de la tranquera. Por eso tardó en responder. Desde el primer momento, se mostró con una actitud evasiva, como si no quisiera que nadie entrara“, afirmó el fiscal de la causa, Sergio Terrón ante los medios.
Una vez en el interior de la quinta, los efectivos empezaron a revisar cada uno de los ambientes de la casa. Todo parecía una nueva búsqueda frustrada.
Su reticencia al acceso de los policías apenas duró unos segundos. Una vez que los policías entraron, se chocaron con la peor escena. Dentro de la bañadera yacía el cuerpo de Camila. Estaba con la ropa puesta, una bolsa de consorcio en la cabeza, las manos atadas y un cable alrededor de su cuello.
De inmediato, los policías redujeron Varela en el suelo del mismo baño. Luego se encontrarían con la bicicleta de Camila, que estaba escondida en el placard de una de las habitaciones.
Mientras los policías intentaban trasladar al sospechoso al patrullero se desató el caos en la entrada de la quinta. Decenas de vecinos furiosos atacaron con golpes y piedras a policía, peritos y hasta a la propia familia de la chica.
Fue entonces cuando se empezaron a cruzar las versiones. Desde la fiscalía se afirma que la pueblada se inició una vez encontrado al sospechoso por las fuerzas de seguridad, mientras que la mayoría de los vecinos afirmaron que fueron ellos mismos quienes hallaron el cuerpo de Camila en el baño de la quinta.
Lo cierto es que a raíz de los incidentes hubo 10 nuevos detenidos. “Registramos dos móviles incendiados, tres efectivos con fracturas de tabique y pérdida de piezas dentales. Incluso, la madre de la niña sufrió un piedrazo en el hombro“, advirtió Terrón.
Según informó el fiscal, las pericias sobre el cuerpo de Camila revelaron que la chica de 11 años fue abusada sexualmente antes de perder la vida.
En tanto, el análisis sobre el cuerpo de Varela también evidenciaba signos de violencia: “La chica se había defendido. El hombre tenía heridas de defensa. Tenía sangre en sus manos y sus brazos, muchos rasguños“, completó.
Carlos Varela no tenía antecedentes, pero de acuerdo a los vecinos, estaba obsesionado con los niños del barrio. “Estaba espiando todo el tiempo desde la tranquera. A veces se escondía en el descampado atrás de las plantas. Creo que había hablado al menos una vez con todos los chicos de acá”, afirmó Romina, una vecina de la zona.
Además, el sospechoso contaba con tres perfiles distintos en las redes sociales, y sumaba más de mil amistades con chicos menores de edad.
Algunos vecinos denunciaron también que hace unos días intentó cometer otro ataque sexual a una niña de tres años llamada Lola.
“Lola me vino a hablar hace unos días y me dijo: ‘El hombre de enfrente me llama, mamá”. Yo estaba tendiendo la ropa. Le dije que se meta de inmediato adentro de la casa. Cuando yo salí, este hombre ya se había metido de nuevo en la quinta”, afirmó Mayra, la madre de la niña de tres años, al canal C5N.
El propio fiscal Terrón informó que Varela fue imputado por la pena de “homicidio doblemente agravado por ensañamiento, alevosía y criminis causa”. La máxima pena posible por tal delito es la de reclusión perpetua.
En tanto, el detenido todavía no asumió la responsabilidad del asesinato de la niña de 11 años y el lugar donde se encuentra detenido se mantiene en reserva para evitar nuevos incidentes con los vecinos.
“Camila era dulce, cariñosa, una chica que hacía las cosas que uno le decía. No era rebelde, iba a la escuela, tiene seis hermanos más y otros dos adoptivos. La mamá está destrozada, perder un hijo no es fácil. Confiamos en los jueces y pedimos que se haga Justicia”, aseguró Guillermo, el padrastro de la chica de 11 años.
Por su parte, el propio almacenero del barrio negó haber recibido la visita de Camila durante esa mañana. La chica nunca llegó con su bicicleta al comercio para comprarles los cigarrillos a sus padres.
Fuente: Infobae