Idas y vueltas. Arbolitos por la denominada “city”. Especulación. Miradas nerviosas. Se sienten protagonistas de la misma película que tiene una eterna remake. Todos en la fila. Los tucumanos ya se han acostumbrado a verlos agolpados delante de la misma casa de cambio esperando que levanten las persianas. La cola no es multitudinaria pero es notoria cada mañana. “A veces hay mucha más gente…otras se distiende el movimiento”, explica un “arbolito” que vocea de vez en cuando ante quien quiera oír: “cambio!. Ellos también son más por estos días.
En los últimos días, el propio Presidente Mauricio Macri desmintió que haya pedido no frenar la suba del dólar luego del resultado de las PASO, tal como lo planteó Martín Redrado, ex titular del Banco Central. “Eso es mentira. Decir eso es decir mentiras que traen violencia y resentimiento. La verdad que no es de buena persona”, dijo el primer mandatario.
Anécdotas en la fila
En las últimas semanas, el paisaje por calle San Martín es casi el mismo. Colas a diario. Personas que buscan el billete verde azulado. Algunos, sin embargo, venden. “Me sirve para pagar algunas deudas al paso. Es una pena que tenga que venir a cambiar”, dijo alguien al paso, cuando sale de una de las principales casas de cambio.
Los empleados de la misma casa también se asombran de las cosas que escuchan a la hora de atender a los clientes. “La mayoría viene a comprar sí, es verdad. Empezamos como a las 9.30 y nos ha pasado que nos hemos quedado sin dólares a eso de las 11 de la mañana. Al otro día vuelven”, dice otro de los empleados.
Aunque parezca mentira, algunos hasta se valen de cierta condición que tienen para evitar la fila. Hay, por ejemplo, una pareja de adultos mayores que se acerca a uno de los encargados y le exige que los atiendan primero. “Es su obligación…estamos discapacitados. Mi marido tiene que tomar medicación para poder caminar”, apunta ella mientras sostiene al señor con un bastón. Alrededor, hay algunas risitas cómplices. Cada uno hará lo que pueda para obtener su ventaja.
Habrá quienes abandonan la fila raudamente “porque tienen que hacer un trámite”. “¿Me cuida el lugar señor?”, pregunta un hombre al mismo tiempo que desaparece “ya vuelvo”, avisa. Y sí. La eterna avivada tucumana. ¿Habrá quien venga con el chiquito a upa? Por ahora no vemos eso. Pero ya va a aparecer alguien.
En la fila, los comentarios son de cualquier cosa. Algunos miran la tele que está dispuesta en el salón donde por lo general esta sintonizando algún canal de deportes. O uno de chimentos. ¿Y lo va a dar vuelta Boca o no? Preguntas como esas. No hay casi alusión al “trámite” que van a cumplir. Sólo preguntas al paso acerca de a quien le tocará darse con la respuesta del empleado: “ya no hay más dólares”. Entonces la fila se disuelve. Habrá alguno que se queda buscando reales. La mayoría se va.
Mientras tanto, un caballero sonríe canchero por su suerte de quedarse con los últimos dólares del día. “Bueno ya voy a ver si vuelvo luego a comprar…ahora vendame que necesito”, dice otra señora, a su lado, que murmura entre bronca e impotencia, a la hora de hablar con el empleado. Y tiene razón. Lo más probable, es que vuelva.