Efraín pertenece a la comunidad Qom y egresó de séptimo grado entre lágrimas y emoción. El director de la escuela contó el esfuerzo que hacen los nenes para estudiar.
Un nene se tapa el rostro y llora de emoción. A su lado, su abuelo de 70 años, oculta lágrimas de felicidad. Un maestro los observa con orgullo y entre sus pómulos se dibuja una sonrisa. El nene, que se llama Efraín Abel Delgado, sostiene un diploma y es uno de los tres protagonistas de una foto que llegó al corazón de todos.
“Mi tío es maestro en Pampa del Indio, Chaco. Ayer entregó diploma de abanderado a un chico, acompañado de su abuelo. Y pasó esto”. El tuit, que tiene miles de “me gusta” y compartidos, lo escribió el sobrino de Hugo Baricheval, que recibió la foto y no pudo evitar emocionarse al igual que se emocionaron cientos de personas al ver a Efraín recibir su diploma de egresado junto a su abuelo.
A Hugo Baricheval le dicen “Checo” y desde hace 30 años es maestro de escuelas rurales en la provincia de Chaco. El lunes, durante la entrega de los diplomas, si hubo algo que no faltó fueron lágrimas. En la escuela N° 239, Pedro Inchauspe, el aire se inundó de felicidad y también de orgullo.
“Hicimos el acto de clausura. Entre los 18 niños que egresaron estaba Efraín, que todos los días viene acompañado por su abuelo”, cuenta Hugo a Telefe Noticias después de que los teléfonos funcionen de nuevo luego de una tormenta que dejó a todo el pueblo incomunicado.
Las palabras de Hugo, que primero fue maestro y ahora es director, son reflejo del orgullo que siente por sus alumnos. Cuando habla de Efraín dice que el nene camina todos los días seis kilómetros para llegar al colegio, que pertenece a una familia muy humilde, y que el chico -que fue su alumno en tercer grado- es “sensible, responsable y estudioso”. “Tenemos muchos chicos como él”, expresa.
Efraín, el chico de la foto que se tapa el rostro y llora de emoción, pertenece a la comunidad aborigen de los Qom. Como la mamá se fue a vivir a otro lugar, su abuelo y su abuela quedaron a cargo de su cuidado y el de su hermana, Celeste, que pasó a sexto grado. Hugo cuenta que Efraín ahora irá a estudiar a una escuela secundaria que queda a siete kilómetros de su casa.
La escuela N° 239, Pedro Inchauspe, se encuentra ubicada a 18 kilómetros de la localidad Pampa del Indio, sobre la ruta provincial número tres, en tierra rural. El 90 por ciento de la población es aborigen y de origen humilde. El lunes, durante la entrega de diplomas primero pronunció un discurso la maestra y después le tocó el turno a Hugo, que entre sus palabras contó que cuando era maestro de tercer grado tenía 25 alumnos y 18 de sus alumnos ahora son egresados.
“Con eso me quebré. Muchos padres estaban entre lágrimas. En 30 años nunca me pasó estar todos tan emocionados. Fue una fiesta”, expresa con emoción el maestro, al festejar que tantos de sus alumnos hayan egresado de la escuela primaria. Hugo explica que no es fácil, que algunos de los chicos que empezaron abandonaron y otros se fueron a otras comunidades. “Ellos vienen por el plato de comida y para estudiar y aprender. Hay poco trabajo, esa es nuestra realidad, tenemos muchos casos como Efraín, los chicos sienten las necesidades”.
El sobrino de Hugo, Javier Álvarez, cuenta que compartió la foto sin imaginarse la repercusión que podía llegar a tener en las redes sociales. Desde hace 22 años, “Chelo”, su tío, está en esa escuela y desde hace algunos años es director. “Hace 30 años es maestro, ahora estaba iniciando los trámites de jubilación”, señala. Y Hugo lo reafirma: “Estoy próximo a jubilarme, creo que he cumplido con mi deber, son 28 años de servicio, más otros dos”.
Un grupo de argentinos que viven en los Estados Unidos e integran la fundación “Sumando Manos”, envían mes a mes ayuda para el desayuno y la merienda de los chicos que asisten a clases. Hugo fue uno de los que, 22 años atrás, con ayuda del gobierno, fundó la escuela rural. Hugo es también uno de los que lucha día a día con la difícil realidad de cada uno de los chicos que asisten a clases. “Necesitamos útiles y arreglar nuestra escuela, le falta un poco de pintura y refacciones”, dice.
Muchos de los alumnos llegan como pueden, algunos caminan entre tres y cuatro kilómetros. Efraín camina seis. “Nosotros los estimulamos, tenemos policías, enfermeros, docentes, ellos ven ese estímulo”. A Hugo se le infla el pecho de emoción al hablar de sus alumnos. “Nosotros hacemos fuerza, a veces sentís orgullo, otras impotencia”, relata.
Dice que a los nenes les falta movilidad para llegar a la escuela, que antes había planes para comprar de bicicletas, pero que esos planes ya no existen. Y que durante las vacaciones muchos de los chicos esperan la vuelta: regresar a la escuela que muchas veces sirve de refugio y segundo hogar. “En el colegio hay 150 alumnos, 23 de jardín y el resto en la escuela primaria. Efraín es uno, pero como él hay muchos, nosotros hacemos lo que podemos”.
fuente: telefenoticias.com.ar