En el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo María Julia Oliván escribió una emotiva carta en sus redes sociales, acompañada con fotos de su hijo Antonio, que la semana que viene cumplirá cuatro años y hace unos meses fue diagnosticado con un trastorno en la comunicación que lo involucraría dentro de la condición del espectro autista. En su posteo, la periodista pidió a la gente que abriera su corazón.
“¿Por qué queremos que se hable de autismo? Porque sólo le tenemos miedo a lo que desconocemos. Y porque queremos fundir al miedo y abrazar la inclusión plena primero en las familias, después en las escuelas, pilar de la vida social, y de ahí en los grupos de amigos y los ámbitos de trabajo”, comenzó.
“Todos nos dan tarea para el hogar y nos dicen que nuestros hijos van a salir adelante si jugamos con ellos y tratamos de entenderlos, si les enseñamos autovaloración e independencia… si no nos asustamos y conseguimos los apoyos para que ‘el cuidador principal’ -la madre- no se caiga”, dijo y inmediato reflexionó: “Pero, ¿no es eso acaso lo que necesita cualquier hijo? ¿Amor, comprensión y cuidado? ¿No es eso lo que aun siendo grandes siempre esperamos de nuestros padres?”.
“El camino es duro, eso es obvio… pero estamos aquí hasta que las puertas se abran. Las de la escuela, las de las plazas, las del trabajo pero sobre todo las de tu corazón”, cerró Oliván su posteo que de inmediato consiguió miles de Me gusta.
Hace un mes, había mostrado un video del primer día de clases de su hijo en la escuela en el que se lo veía a él regando una plantita mientras la maestra le daba la bienvenida a sus compañeritos.
“Y a las plantas se las riega para que crezcan fuertes y hermosas. Como a los hijos, ¿no? Así que mientras los amiguitos disfrutaban, él se quedó en el frente viendo dónde sentirse cómodo en la búsqueda constante de su espacio y de su tiempo. Que es diferente al de los demás. Vio la planta y la regó. En medio del cansancio y el abatimiento de las terapias y de explicar mil veces cómo es mi hijo, Antonio me tapó la boca. Alimentó mi esperanza como a la planta rosa, ésa que estaba debajo del teatro de títeres. Y me recordó que ser distinto puede ser muy poético e inspirador”, había dicho.
Desde que su hijo fue diagnosticado, la periodista hace cursos y se informa sobre el tema y lleva al pequeño a diferentes terapias. Además suele compartir en sus redes sociales los avances de Tony, como cariñosamente lo llama, lo que resulta muy inspirador para otros padres que atraviesan por situaciones similares.
“Cuando lo duerma le voy a decir al oído lo mismo que todos los días, los que no hace caso ni come frutas también. Le voy a decir: ‘Estoy muy orgullosa de vos, mi amor, porque estás logrando todo lo que te proponés’. Él se ríe, me mira fijo y me pone la oreja cerca de la cara para que le dé un beso”, contó alguna vez.
Luego pidió: “Que se termine la era de mirar el celular y no hacer nada por el otro y que empiece la que abrazamos al distinto y acercarlo a nosotros” y reconoció que “las familias azules” tienen doble trabajo y que contando a los terapeutas y maestros de sus hijos, suman alrededor de ocho personas