Personal de la División Antidrogas Tucumán, bajo las directivas del Juzgado Federal de Tucumán Número I, a cargo de Fernando Luis Poviña y la Secretaría de Leyes Especiales a cargo de Mariana del Río, realizó dos medidas judiciales y procedió al secuestro de drogas de diseño (éxtasis y otra conocida como “La Bomba”); picadura de marihuana; barbitúricos; elementos para fraccionamiento; dinero en efectivo; fuentes digitales de almacenamiento de información y un rodado marca BMW de alta gama, con el que la banda operaba y realizada las entregas de las sustancias.
Si bien la 25i-NBOMe, en la calle llamada “La Bomba”, no es una droga nueva, se encuentra en muy pocas oportunidades en los allanamientos que realizan las fuerzas antinarcótics. Además, se suele contabilizarla junto con el LSD, ya que en la mayoría de los casos, está embebida en un cartón con dibujos llamativos, el cual se troquela para fraccionar las dosis.
La Bomba es sintética y derivada de la fenetilaminas, la droga llamada 2C (tuci), también conocida como la “cocaína rosa”. Sus moléculas son modificadas para buscar diferentes efectos y para escapar de la Justicia, según explicó a Diario UNO Sergio Saracco, director del Observatorio de Salud Pública y Problemáticas de consumo de la Facultad de Medicina de la UNCuyo, y titular de la cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Mendoza.
Esta droga tiene “efectos psicodélicos, alucinógenos. Tienen una gran gama de sustancias y estructuras químicas porque permanentemente las van modificando, por eso se las conoce como drogas de diseño”, dijo Saracco e indicó que el constante cambio de la composición de esta droga es estratégico para que, en el caso que sean secuestradas, no puedan identificarlas como ilegales, y quienes las transportan no sean detenidos o investigados por venta de estupefacientes.
“Produce taquicardia, hipertensión y efectos psicodélicos. Hay distorsión de la percepción, alteraciones e ilusiones que hacen que la persona pueda tener un comportamiento muy peligroso, que puede terminar en autoagresión. Se puede tirar por una ventana, o ponerse enfrente de un colectivo porque le llaman la atención las luces, en ese momento no existe peligro para la persona. Es una sustancia disociativa, que altera la realidad, no sabe dónde está, no está en estado de consciencia”, manifestó el especialista.
Una vez que pasan las horas y se termina el efecto de esta Bomba, el consumidor no recuerda lo que le pasó, debido a que genera también una amnesia.
Además de los efectos alucinógenos, quienes la consumen suelen experimentar una gran excitación psicomotriz acompañada de alteración cardiovascular, hipertensión, riesgo en el nivel de coagulación de la sangre, hipertermia, todas consecuencias que ponen en riesgo la vida.
“Las reacciones generan estos cuadros atípicos las vamos a ver cada vez más frecuentes”, aseguró Sergio Saracco y agregó: “Estas situaciones de estos ’locos’ que salieron a matar o se tiraron por una ventana, posiblemente creyeron que tomaron LSD, pero tomaron otra cosa, muchas veces sin saberlo”.