Los vecinos más cercanos dicen que la contadora Carolina Ana Rotger (59 años) era una mujer brillante. Tras haber obtenido su título de grado en tiempo récord, se incorporó rápidamente como ayudante de cátedra en la facultad de Ciencias Económicas de la UNT.
“Desgraciadamente, a los 35 años se le despertó una enfermedad mental que la llevó a retirarse anticipadamente. Es muy triste, era una chica muy capaz y muy buena; pero en el último tiempo su cuadro empeoró mucho y llegó a tener algunas malas reacciones”, contó Nora Valdez, habitante de años del barrio Sarmiento quien conoció de toda la vida a la víctima del homicidio que marcó el inicio de la semana.
A partir de ese día se lo conoce como el crimen de la contadora, que ante la falta de certezas, comenzó a generar una serie de hipótesis que circulan entre los vecinos. “Ccreo que la mataron para robarle sus cosas; alguien se aprovechó de su situación”, abonó Nora.
Camila Hernández, quien vive en la zona hace apenas un año, contó que “cuando vinimos a vivir aquí fue la primera en recibirnos. Actuaba un poco extraño pero siempre fue buena; aquí la queremos mucho. Luego nos enteramos de su condición de salud. Algunos vecinos la ayudábamos con lo que podíamos”.
Y amplío que “llegó a tener problemas con otros vecinos, que le tenían algo de miedo incluso. Es posible que sea cierto, pero al menos con nosotros nunca fue agresiva”.
El lunes los vecinos advirtieron que la puerta de la vivienda de calle Charcas al 1.000, estaba abierta. Llamaron a la Policía ante el temos de que algo malo había pasado. Los efectivos de la seccional 11 confirmaron la peor noticia: la mujer había sido asesinada.
Tenía un trapo en la boca con el que la habrían asfixiado y se observaban signos de abuso sexual. La autopsia confirmó luego esos datos que inicialmente eran sólo apreciaciones. Además del trapo, en la escena se hallaron elementos que podrían servir para determinar la identidad del autor del crimen.
El hecho podría haber incluido además un robo. La fiscalía de Homicidios I, a cargo de Ignacio López Bustos, y los policías al mando de los comisarios Miguel Carabajal, Jorge Dib, Adrián Moreno y Oscar Juárez, determinaron que el día del hecho la contadora había extraído $ 200.000.
Ese dinero por ahora no aparece, lo mismo ocurre con un celular que acababa de adquirir. También se sane que alguien -se investiga quién- consultó los fondos de su cuenta. Los pesquisas están buscando imágenes de las cámaras de seguridad para establecer si en esas diligencias estuvo acompañada por otra persona.
Los vecinos de barrio Sarmiento contaron que en octubre la enfermedad de Rotger (sufría esquizofrenia) se agudizó y comenzaron a verla más deteriorada. Desconocía a algunas personas, despidió de mala manera a una empleada doméstica que llevaba años cuidándola. Algunos mencionaron que la vieron salir algunas veces con un cuchillo sierrita y que llegó a amenazar a algunos peatones sin que la situación pasara a mayores.
Fuentes policiales indicaron además que solía frecuentar la comisaría 11 y realizar denuncias, algunas de ellas absurdas.
Según sus allegados, la situación de salud de la víctima -que vivía sola desde el fallecimiento de su madre- la llevó a descuidar el pago de las boletas. Uno por uno fue perdiendo los servicios de su casa: en el último tiempo vivía sin luz ni gas. “A pesar de su condición la mujer seguía siendo inteligentísima. Fue una estudiosa y es evidente que sabía mucho; hasta preparó a algunos alumnos en ocasiones particulares”, reveló José Bernardo Morales.
Por último, hay residentes que también informaron que en los últimos meses la contadora fue vista con algunos jóvenes de “apariencia sospechosa”. Esos desconocidos -estiman algunos- podrían haberse estado aprovechando de la víctima, que percibía una buena pensión.