En teorías de conspiración, las vacunas que se presentaron contra la Covid-19, tiene un microchip rastreador plantado por algún tipo de gobierno superior que sirve para vigilar los movimientos de los ciudadanos. Algo así como “un ojo que todo lo ve”. Sin embargo, no existe ningún fundamento científico relacionado a ese tipo de tecnologías. Ninguno de esos rumores es verdad.
La Argentina mantiene negociaciones con cuatro laboratorios productores de vacunas contra el coronavirus como Pfizer -que recibió la aprobación de la Anmat esta semana-, Sinopharma, Sinovac y Janssen, además del acuerdo firmado con Oxford/AztraZeneca y la reciente adquisición de las primeras 300.000 dosis de la vacuna rusa Sputnik V.
Por ello, a la llegada de las dosis, los rumores se han ido fortaleciendo aún más por parte de los detractores. Es así, como, la empresa farmacéutica Pfizer ha tenido que anunciar el contenido total de su receta inmunizadora.
Mediante una investigación por parte de la periodista norteamericana, Katherine J. Wu quien es una reportera que cubre ciencia y salud en el New York Time y tiene un doctorado en microbiología e inmunobiológica de la Universidad de Harvard ha lanzado en la editorial un artículo de dicha receta inmunizadora:
Existe un ingrediente activo: una molécula llamada ARN mensajero (ARNm), la cual contiene instrucciones genéticas para una proteína del coronavirus llamada “de pico” o “de espiga”.
Una vez que haya sido inyectado, la ARNm les dará la orden a las células humanas de fabricar proteínas de pico, así el sistema inmunitario quedará expuesto a una característica muy reconocida del virus. La idea es ayudar al cuerpo a que se familiarice con uno de los rasgos más distinguibles del virus, a fin de que pueda reconocerlo y aplastarlo con rapidez si intenta crear una infección.
La ARNm se degrada rápidamente, por lo tanto no deja ningún rastro en el cuerpo. Lo único que queda es una memoria molecular del virus: el objetivo deseado de cualquier vacuna.
La vacuna de Pfizer también contiene otros nueve ingredientes. Cuatro de ellos son lípidos con nombres químicos tan complejos que son imposibles de pronunciar: (4-hidroxibutilo) azanediol) bis (hexano-6,1-diol) bis (ALC-3015); (2- hexildecanoato), 2 – [(polietilenglicol) -2000] -N, N-ditetradecilacetamida (ALC-0159); 1,2-diestearoil-snglicero-3-fosfocolina (DPSC); y colesterol.
Estos lípidos se juntan para formar una burbuja protectora y grasosa alrededor de la ARNm, la cual es muy frágil por naturaleza y quedaría hecho pedazos si se inyectaran directamente en el cuerpo. Al estar envueltas en una esfera aceitosa, las instrucciones genéticas tienen una mejor oportunidad de encontrar el camino hasta las células.
La vacuna también incluye sacarosa, o azúcar, la cual evita que las nanopartículas se amontonen cuando están congeladas durante el almacenamiento.