Un doble crimen ocurrido el lunes conmociona a Salta: lo que parecía ser una terrible tragedia inexplicable, era en realidad un siniestro plan para acabar con la vida de un niño de dos años.
Alejandra Párraga y su hijo Amir, de dos años, murieron envenenados por la pareja de la joven de 26 años.
El lunes, Franco Rodrigo Gaspar Cinco, de 28 años, había ido a la casa de su novia. Hacía menos de un mes que la muchacha lo había presentado oficialmente a su familia. El hombre llevaba una botellita de agua y le dijo a Alejandra que era agua bendita traída de la Catedral para que le diera de beber al pequeño Amir, que estaba un poco enfermo. La intención, le habría dicho, era que lo ayude a curarse.
Parecía un acto de cuidado y preocupación hacia el niño, pero, según lo que informó la Fiscalía Penal este martes, era una cruel mentira. En la botella no había agua bendita, sino un potente veneno: cianuro.
Madre e hijo bebieron el líquido y al poco tiempo empezaron a sentir sus terribles efectos. Tras llamar a una ambulancia, el niño fue llevado a una clínica privada pero, a pesar de las atenciones, falleció el lunes a las 16.45. Alejandra también fue llevada para ser atendida, pero al hospital San Bernardo. Allí, a pesar de los esfuerzos médicos, murió casi una hora después de su pequeño hijo.
El lunes en la tarde y noche, peritos del Cuerpo de Investigadores Fiscales y de la Policía inspeccionaron la casa de los Párraga y levantaron todas las pruebas posibles. Las dos muertes aún no tenían una clara explicación y eso los obligó a relevar cada detalle y levantar todo objeto sospechoso. Entre ellos, la botella.
“Es una muerte dudosa y lo que la haya causado seguramente se sabrá cuando se hagan las autopsias de los cuerpos”, dijo un investigador. Ese estudio se hizo el martes y concluyó a media mañana de este miércoles. Los resultados fueron contundentes: los cuerpos presentaban rastros de cianuro. Apenas tuvo el resultado en sus manos, el fiscal penal Pablo Paz ordenó la detención del novio de la víctima.
Por otro lado, una llamada fue determinante para determinar la culpabilidad del muchacho. Una mujer, que en ningún momento dio su nombre, se comunicó con la Fiscalía Penal y dijo que había recibido un mensaje o una llamada de Gaspar Cinco en la que le contó: “Me mandé una macana grande”.
Ella no había entendido qué le quiso decir apenas lo escuchó. Sin embargo, cuando las horas pasaron y se enteró de la muerte de Alejandra y Amir, la pieza del rompecabezas que le había quedado suelta encajó en la historia y decidió dar aviso.
Amigos y familiares no dudaron en afirmar que Gaspar Cinco no quería a Amir. Lo veía como una gran interferencia o una competencia en la relación que él tenía con Alejandra desde hacía solo pocos meses.
Varios amigos de la joven recordaron un episodio que mostraba el rechazo que el muchacho tenía hacia el hijo de su pareja. Contaron que hace no muchos días, Alejandra, Amir y Franco Rodrigo fueron a pasar un día al dique Cabra Corral. Allí hubo un episodio de violencia de él hacia el niño. Dicen que Alejandra tuvo que intervenir para resguardar a su hijo, y eso habría afectado el vínculo en la pareja, aunque aún así siguieron juntos.
Este hecho, o tal vez otras cosas vistas por su familia, hacían que Gaspar Cinco no les terminara de agradar, según contaron varios amigos de la joven.
Apenas tuvo los elementos suficientes, el fiscal penal Paz ordenó que lo detuvieran de inmediato. Una patrulla de la División Homicidios llegó a la sala, cerca de las 11 del martes, y allí procedió a detener a Gaspar Cinco.
(Los Primeros)