La gloria estaba al alcance de la mano. El reloj marcaba 88 minutos. El marcador 1 a 0. Parecía un imposible que en una nueva final de Copa Libertadores para este River frío, efectivo cerebral pudiera pasar lo que pasó. Solo estaba el antecedente de Lanús. Ya tal vez aquella historia que siempre el club millonario tuvo en torneos internacionales: el karma de no poder hacer pie. Todo, sin embargo, parecía sepultado casi definitivamente por este glorioso ciclo de Marcelo Gallardo, plagado de hitos. Un ciclo brillante que no obstante, hasta esos 88 minutos de esta final contra Flamengo en Perú, tenía ese dato molesto. Aquel traspié con Lanús que era casi una mancha para este equipo del Muñeco.
Sin embargo, en tres minutos, aunque parezca mentira, Gabigol, el delantero de Flamengo empató primero y liquidó después todo el sueño millonario. Increíble pero real. El final menos pensado para un River que había hecho un primer tiempo más que correcto: no sólo por el gol sino por el dominio que hizo sobre el terreno, casi anulando por completo al cuadro carioca.
Lo tenía. River lo tenía. Pero la quinta Libertadores se le escapó de las manos en poquito más de tres minutos. Entre los 43 minutos y 15 segundos y los 46.23, por esos dos goles de Gabriel Barboza que dejaron al equipo argentino sin la frutilla del postre. Y con lágrimas en sus ojos.
Gallardo pasó de un planteo inicial impecable a modificaciones, especialmente el ingreso de Pratto, que no aportaron soluciones, al contrario. Porque el Oso tomó decisiones que erróneas en continuado. Primero, con dos remates al arco deficientes cuando tenía opciones de pase claras y después, con esa pérdida en ofensiva por una gambeta sin horizonte que derivó en el primer gol de Flamengo.
Hasta que llegó ese 1-1 a poco más de un minutos de los 90. Y hasta que vino el golpe de gracia: Pinola había jugado un gran partido, pero no llegó al cruce en el empate parcial y perdió a Gabigol, ese animal del gol que ganó la final.
Faltaban apenas un puñado de minutos para que River siguiera siendo el dueño de América por el gol de Borré, pero dejó la corona de manera increíble. Un año después de ganarle a Boca en el Bernabéu y poco después de eliminar al eterno rival en la Bombonera, el equipo de Gallardo tenía más gloria servida en bandeja. Una bandeja que se le cayó de las manos…
