Durante sus dos horas de declaración, Nahir Galarza repitió que no quiso matar a Fernando Pastorizzo, pero no pidió perdón. Básicamente se mantuvo en la segunda versión que le dio a la policía.
Dijo que fue a lo de la víctima a buscar el cargador del celular porque se lo había olvidado, luego fueron a la casa de los Galarza y tuvieron sexo. Más tarde él le recriminó por sus relaciones con otros chicos, la arrastró por las escaleras, la insultó y le dijo “depresiva”, una palabra que presuntamente Fernando sabía que a ella le molestaba. Después agarró el arma del padre de Nahir, que estaba arriba de la heladera.
“Me apuntó a la panza y me dijo que no dijera nada, que no gritara porque iba a matar a alguien”, aseguró y agregó: “Le pedí que me devolviera el arma, que se calmara. Me dijo que me iba a ir con él y que no intentara salir corriendo ni nada”.
Luego relató que Fernando iba a gran velocidad con la moto y que ella se agarró del chico. “Le saqué el arma y él se da cuenta de eso. Entonces frena y ahí me quedé aturdida. Nos caímos los dos para el costado y enseguida me alcanzó a levantar y entonces me quede aturdida de vuelta”, dijo. “Fueron dos segundos nada más. Todo fue muy rápido. No podría describir cómo me sentía. Tenía la mente en blanco, nerviosa. Nunca me había imaginado una cosa así”, aseveró.
Reconoció que ni lo ayudó ni llamo a la Policía. Se fue caminando hasta su casa, dejó el arma donde estaba originalmente y se encerró en su habitación. “Yo sabía que había recibido un disparo, pero no dos. Si estás herido no significa que vas a morir. Nunca lo pensé. Me enteré cuando me llamó la mamá de Fernando. Se me paró el corazón”, aseguró y dijo que “no le desea la muerte a nadie”.
Luego agregó: “Todos los días tengo la culpa de haber agarrado el arma y no haber dejado que las cosas pasaran de otra forma. No me imaginé nunca que las cosas hubieran pasado así. Nada más”.