El 25 de noviembre, un operativo en Tucumán llevó al secuestro de dos camionetas de alta gama con registros de robo y documentación falsa. Los vehículos, detectados en diferentes puntos de la capital, presentaban adulteraciones en motor y chasis, lo que indica su posible conexión con delitos ocurridos en otras provincias. La policía investiga si los conductores fueron estafados y busca a los responsables de estos hechos.
El primer caso ocurrió en calle Junín al 600, donde efectivos de la División de Robos y Hurtos interceptaron una Toyota Hilux con placas falsas. Al inspeccionar el vehículo, comprobaron que el número de motor correspondía a una camioneta robada en Lomas de Zamora, Buenos Aires, y registrada a nombre de una empresa de gas en Santiago del Estero. El conductor, un hombre de 58 años, afirmó haber recibido la camioneta como pago de una deuda, pero fue demorado y puesto a disposición de la Justicia.
El segundo incidente se produjo en Avenida América y calle Perú, donde personal de la División de Sustracción de Automotores identificó una Volkswagen Amarok con placas adulteradas. Los números de chasis habían sido borrados y remplazados con un patrón falso. La información verificada mostró que el dominio pertenecía al Banco Comafi de Buenos Aires. Aunque el conductor aseguró haber comprado la camioneta hace más de un año, quedó involucrado en la causa y el vehículo fue secuestrado para un peritaje más detallado.
Las autoridades explicaron que estas adulteraciones responden a dos métodos delictivos: las camionetas “crudas”, que solo tienen documentación y placas falsas, y las “mellizas”, que también presentan números de chasis y motor alterados. Estos vehículos, cuyo valor supera los 40 millones de pesos, suelen ser robados en otras provincias y trasladados al norte del país, donde se falsifica la documentación necesaria para venderlos.
Los comisarios Gabriel Sebastián Heredia y Maximiliano Auteri señalaron que Tucumán es un punto estratégico para esta actividad ilegal. Además, recomendaron a los compradores verificar los números de motor y chasis en una planta policial antes de adquirir un vehículo, para evitar ser víctimas de estafas o perderlo por irregularidades.
La investigación sigue en curso para determinar si los conductores son inocentes o parte de esta red delictiva, mientras los especialistas intentan recuperar los números originales de las camionetas adulteradas con técnicas de revenido químico. Este caso pone en evidencia un problema creciente en la región, que exige medidas para frenar el tráfico de vehículos robados y proteger a los compradores.
Fuente: La Gaceta