Sorprendentemente, beber vino caliente era una práctica común en el Imperio Romano para combatir el resfrío. Esta tradición, que data del año 20 d. C., sigue vigente en lugares como España. El vino caliente no solo se utilizaba para la congestión, sino también para mejorar la digestión rápidamente.
Vino caliente para combatir el resfrío
Conocido por diversos nombres como glögg, grzaniec, mulled wine, glühwein y ponche sueco, el vino caliente es una bebida que requiere una preparación sencilla. Para hacerla, necesitas:
- Una botella de vino tinto
- La cáscara de un limón
- Una naranja
- 100 gramos de azúcar
- Cuatro clavos de olor
- Un palito de canela
- Un trozo de raíz de jengibre
Primero, coloca todos los ingredientes en una olla grande y calienta a fuego medio hasta que empiece a hervir. Luego, reduce a fuego mínimo y deja reposar durante 20 minutos. Finalmente, cuela la mezcla para eliminar restos como semillas o cáscaras y sirve caliente o tibio.
Las propiedades del vino caliente
El vino contiene propiedades antivirales que ayudan a combatir el desarrollo de la gripe y los resfríos. Además, los polifenoles del vino mejoran la salud al beneficiar el perfil lipídico y reducir la oxidación de las lipoproteínas de baja densidad. También reduce el riesgo de demencia, fortalece los huesos, y mejora la circulación sanguínea al actuar como vasodilatador.
El consumo moderado de vino caliente no solo puede ser una forma de combatir el resfrío, sino también una manera de aprovechar sus múltiples beneficios para la salud.