Abigail Riquel solo tenía 9 años cuando su último aliento de vida quedó sepultado en un baldío. En su frio cuerpito, completamente desnudo de su cinturita para abajo, quedaron enterrados sus sueños, su inocencia y su infancia. “Ella era una chica muy tranquila, muy divertida, jugaba con su hermanito, su vecinito, no se acercaba a nadie, no se iba para ningún lado, era una chica feliz”, esta es la imagen que recuerda su padre de su niña, entre tanto llanto y un desgarrador relato que nos hace participe a todos.
Rocío Abigail Riquel vivía en un barrio muy humilde, en Villa Muñecas. Aquel famoso domingo marcado por el Día de la Madre, salió sin preocupación ni sospecha alguna de su casa para ir a jugar. Quizás, solo bastaron minutos de su pequeña compresión para entender y sentir muy dentro de ella misma que, aquel permiso a sus padres, iba a ser el último.
¿Qué podría imaginarse una nena de 9 años, inocente y posiblemente no tan atenta a la dura realidad, esas horas, fueran sus pasos previos a un túnel sin salida?
“Abi” no tuvo suficientes risas, ni llantos, ni enojos. No vivió el amor, ni lo sufrió. No aprendió demasiado, ni jugó con sus cuatro hermanos hasta el hartazgo. Nada de ello pudo ser posible.
La pequeña les pidió permiso a sus padres para ir jugar en la casa de una amiguita del barrio, aunque no llegó hasta ese lugar. Desde entonces, la sospechas de que había pasado algo, alertó el corazón de su familia. La búsqueda comenzó, pero por parte de los vecinos y el parentesco
Paralelamente, su padre, Pablo, se encargó de ir al destacamento número 2 a hacer la denuncia. No hubo caso. La policía no se la quiso tomar porque sólo habían pasado dos horas de la desaparición y “capaz estaba en la casa de algún amiguito”.
-Por lo menos, ayúdenme a buscarla –insistió desconsoladamente, Pablo.
Dos policías aceptaron y se unieron en aquel rastrillaje improvisado de los vecinos y familiares. Sin embargo, según el padre de Abigail, sólo se quedaron media hora y aunque Riquel volvió al destacamento a reclamar por la búsqueda de su hija, obtuvo lo mismo, pero con otra respuesta: le dijeron que no tenían móviles y que los oficiales estaban cansados.
Las horas pasaron, y nada se sabía de aquel “angelito”, pero la realidad estaba cargada de una terrible noticia que luego sería protagonista de aquel fatal Día de la Madre: La vitalidad de aquella niña quedo ahogada entre la tierra y las manos de su violador y asesino. Cuando el reloj marcó aproximadamente las 17 de la tarde, los vecinos la encontraron de la peor manera: “Abi” estaba sin vida y semienterrada en un descampado de la zona de América y Francisco de Aguirre..
“Tirada como un perro”, como dijo su padre. Abusada, violentada, con golpes en la cabeza, signos de asfixia y finalmente, como si se tratase del acto de una bestia que anda suelta en esta sociedad, asesinada sin un mínimo rastro de compasión.
Esta vez, la violencia machista tomo la vida de Abigail, quien se topó de frente con un destino que no tendría que haber sido. Los detalles del escenario son dolorosos para cualquiera que lo vea o mínimamente se lo imagine: Estaba semidesnuda. No llevaba las prendas que cubrían sus extremidades. Tenía un terrón de tierra en la cabeza. Unas zapatillas crocs estaban a un lado del cuerpito.
El prófugo
La pensadilla comenzó desde mucho antes de encontrarla. Fue mientras la buscaban intensamente, con la suerte y la fortuna de la unión entre los vecinos y familiares, cuando el corazón de sus padres se aceleraba con pasar de las horas. Ahí, en medio de la incertidumbre, José apodado por El Culón, apareció entre las sospechas.
Culón, de 25 años, es el tipo que finalmente se convirtió en el prófugo de esta macabra historia. Señalado por vecinos de la zona como el principal sospechoso del crimen y marcado por un frondoso prontuario. “Estuvo detenido en la Comisaría 12 hace un mes atrás, cuando recuperó su libertad”, afirmó el Comisario Mayor Ricardo Fresneda, Jefe de la Unidad Regional Capital (URC).
“Vive más adelante, debe ser a cuatro casas”, mencionó Sofía, la madre de Abigail en una entrevista con C5N.
Desde entonces, cada minuto es la búsqueda de sus rastros, es valioso. No solo la policía tiene el deber de encontrarlo, sino aquellas ansias voraces de los familiares y vecinos para que se haga justicia.
La noticia conmocionó y movilizó a todo el barrio y a un grupo de vecinos que, indignados por lo sucedido, quemó la vivienda del presunto femicida. Al producirse el ataque no había nadie en la propiedad ya que la madre también abandonó el barrio cuando se enteró de lo sucedido, aunque horas antes había denunciado a su hijo porque le robó una suma de dinero que ahora se cree está utilizando para esconderse.
Muchas preguntas salen a la luz en la investigación. Las pesquisas intentan establecer si Abigail pudo haber sido engañada por el asesino para que lo acompañara hasta un lugar donde no pudieran ser vistos.
A su vez, existen ciertas certezas: estaría probado que la pequeña murió como consecuencia de un brutal golpe en la cabeza. Al parecer, el delincuente la mató de esa manera luego de haberla intentado asfixiar mediante el uso de las manos.
En tanto, personal del Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF) junto a efectivos de la División Homicidios y de la Dirección General de Investigaciones de la Policía trabajan para esclarecer el hecho. La causa está a cargo del fiscal Ignacio López Bustos, de la Unidad Fiscal en Homicidios 1.