La inflación suma nuevos condimentos en Argentina y todo indica que el aumento del combustibles anunciado ayer por YPF y al que se sumaron las otras petroleras, consolidará al registro de marzo como el más alto de los últimos doce meses.
Este martes el INDEC difundirá el dato de la inflación de febrero. La expectativa de los analistas es que tendrá un piso del 4%, apenas por encima del 3,9% que había marcado en enero.
Sin embargo, ese número quedará viejo casi de inmediato, ante un mes que viene con alzas recargadas y promete alcanzar el Indice de Precios al Consumidor (IPC) más alto desde marzo de 2021, cuando había llegado a 4,8%.
La razón es que marzo es un mes en el que la inflación tiende a subir por motivos estacionales vinculados con el comienzo del ciclo escolar y la puesta en marcha a pleno de la actividad tras las vacaciones. Esta edición 2022 viene recargada además por la suba de los alimentos, ya que a las razones habituales de Argentina se suman el impacto de la guerra en Ucrania, y ahora, el alza de las naftas.
Anoche, la petrolera estatal anunció un aumento de entre 9,5% y el 11,5% para los combustibles. Hoy se sumaron Shell y Puma y mañana hará lo mismo Axion. Este es el segundo incremento del año, tras el alza del 9% al 11% aplicada a comienzos de febrero, luego de nueve meses de congelamiento dispuesto por el gobierno para evitar que la inflación del 2021 se fuera más allá del 50,9% que terminó marcando.
Este incremento terminará pegando en el índice de precios. Los economistas privados estimaban -antes de que se conociera la suba de la nafta- una inflación del 4,1% para este mes, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza el Banco Central.
Impactos directos e indirectos
Según datos del mercado un 10% promedio de incremento en el precio de los combustibles incide en un 0,4% en el índice de inflación del mes. Este es el impacto directo del traslado a precios de la suba, pero a esto hay que agregarle el efecto indirecto, ya que el nuevo cuadro tarifario también pega sobre el precio final de los productos en los que el costo del transporte es un factor relevante.
La suba de las naftas esta vez tiene una conexión directa con lo que está ocurriendo en Europa. Tras la invasión rusa a Ucrania, el barril de petróleo subió un 45% y llegó a tocar los US$ 130, el valor más alto desde 2014.
Al justificar las subas, YPF indicó que “los precios internacionales del petróleo se incrementaron significativamente durante las últimas semanas alcanzando niveles récords (50% por encima de los precios de inicios de febrero de 2022)”.
Previo al embate de la guerra y ya con el acuerdo con el Fondo Monetario bajo el brazo, la estimación del REM era que la inflación de este año cerraría en 55%, cuatro puntos porcentuales por encima del registro del 2021.
Si este número se sostiene, el alza de precios del 2022 podría ser el incremento más alto en 30 años. Lejos de aplacarse a partir de los avances con el FMI, el panorama local de los precios se complejiza también de la mano de la inflación global.
Frente a esto, el Gobierno aplica las recetas consabidas: la apuesta permanente al control de precios y el uso de distintos mecanismos de intervención en los mercados para tratar de disociar la situación local de la inflación mundial.
En esta línea busca sacar otra vez el mismo conejo de la galera: subir las retenciones agrícolas y contar con fondos extra para subsidiar el costo de la harina y frenar la escalada del pan.
Desde que empezó la guerra, el costo de la bolsa de harina de 25 kilos pasó de $ 1.100 a $ 2.100 y el pan aumentó en torno al 30%. Mucha presión para un país con 40% de pobreza y flacas expectativas de crecimiento del PBI para este año.