El hospital Padilla está dentro de los tres con más cantidad de cirugías de mal de Parkinson en el país.
A través del servicio de Neurología del efector, los pacientes son diagnosticados, tratados, y si cumplen con una serie de criterios, ingresan al quirófano. El objetivo principal de la operación es mejorar la calidad de vida de pacientes que tienen un estadio avanzado de la patología.
“El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que produce la muerte de un grupo de neuronas de una manera no programada, y que va teniendo avances e impactando en lo motor y no motor del cuerpo”, explicó el responsable de la Unidad de Movimientos Anormales del servicio de Neurología del Padilla, Emmanuel Franchello.
Y añadió que “lo que más se conoce es lo motor porque es lo que más se ve, pero se sabe que también afecta al sueño, la cognición, los estados de conducta. Se trata de una enfermedad muy compleja”.
En el año 2019, el servicio realizó ocho cirugías de este tipo con éxito.
“Al ser una unidad específica muchas veces tenemos pacientes derivados que ya llegan diagnosticados y otros que los diagnosticamos nosotros. Lo que la gente más constata es el temblor; pero hay que aclarar que solo un 50 por ciento de los pacientes tiembla, muchas veces comienzan con un dolor en un brazo, una pierna, que se estudia durante un año sin conocer que s debido al Parkinson”, sostuvo el profesional.
A su vez, aclaró que la cirugía es posible aproximadamente en un cinco por ciento de todos los pacientes enfermos: “Para poder llegar a la intervención quirúrgica hay que cumplir con ciertos criterios. Primero trabajamos con el diagnóstico de la enfermedad, complicaciones motoras que hagan que la calidad de vida del paciente este deteriorada, y después se hace una evaluación primero con un neuropsicólogo, después para ver la medicación y su efecto en el paciente, y finalmente una imagen del cerebro para descartar que no haya una lesión estructural. Luego de todo eso, se realiza la cirugía. El objetivo principal de la operación es mejorar la calidad de vida del paciente, y en algunos casos la cirugía también permitió reducir hasta un tercio de la medicación original que recibía la persona”.
Por su parte, su colega y miembro del servicio de Neurocirugía del hospital, Martín Paiz, detalló que la operación suele prologarse entre 6 a 8 horas.
“Consiste en un primer tiempo en el cual el paciente está despierto y eso nos da la posibilidad de poder interactuar con él dentro del quirófano; así nos va comentando qué es lo que va sintiendo una vez que vamos estimulando. Estimulamos los núcleos del cerebro que están encargados de modular los movimientos y la parte motora de los pacientes con Parkinson. El segundo tiempo de la cirugía ya es la colocación de los electrodos profundos propiamente dicho. Bajamos dos hilos a la zona más profunda del cerebro y con eso podemos testar al paciente dentro del quirófano. Y un tercer tiempo es cuando el paciente está dormido y conectamos finalmente esos electrodos que están en el cerebro con una batería externa que va por debajo de la clavícula o a la altura de abdomen”, detalló Paiz.
Aproximadamente después de un mes de la intervención, cuando el cerebro esta desinflamado, comienzan con la programación, que es cuando se inicia el estimulador y van estimulando de distintas maneras al paciente.