En los últimos meses nos hemos privado de tocar con confianza todas las superficies a nuestro alrededor. Algunos estudios ya han confirmado que el coronavirus SARS-CoV-2 puede sobrevivir durante cierto tiempo sobre ellas, pero este depende de factores como el clima, el material y la concentración viral.
¿Pero qué pasa con los alimentos? También son cosas que tocamos, y con mucha frecuencia porque, en general, la recomendación es comer tres veces al día. ¿Entonces tenemos riesgo de contagiarnos por esta vía? ¿Qué hay de consumir animales contagiados?
Alas de pollo positivas para coronavirus generan temor
En abril, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos dijeron que no había evidencia de que los alimentos puedan ser un vector del coronavirus. Curiosamente, las pruebas realizadas al principio de la pandemia encontraron rastros del SARS-CoV-2 en las heces humanos.
En aquel momento se descartó la transmisión de la enfermedad a través de los alimentos, pero con la noticia reciente de unas alas de pollo congeladas importadas de Brasil dieron positivo para el coronavirus, las dudas han resurgido.
En vista de ello, la OMS se pronunció para aclarar el panorama, y en una rueda de prensa reciente la doctora Maria Van Kerkhove, líder de epidemiología de la organización, dijo que hay poca evidencia aún. Explicó que entre los más de 100 mil paquetes de alimentos inspeccionados, se encontraron menos de 10 infectados.
Investigaciones sobre transmisión vía alimentos deben continuar
Por su parte, el director de Emergencias de la OMS, Mike Ryan, hizo énfasis en la necesidad de hacer seguimiento a este tipo de hallazgos a fin de proporcionar mayor seguridad a las personas para que sigan con su vida cotidiana.
“No hay problema con la cadena alimentaria, por ahora ya hay suficientes problemas… Seguiremos investigando la situación, pero no hay evidencias de que la cadena alimentaria esté participando en la transmisión de este virus”, señaló.
La importancia de ello radica en que confirmar o descartar cuanto antes posibles vías de contagio adicionales a las conocidas hasta ahora puede ayudar a diseñar estrategias más eficaces para reducir las tasas de infección.
Tenemos por ejemplo el hecho de que apenas semanas atrás se confirmara que el coronavirus podría transmitirse a través del aire en espacios cerrados o mal ventilados. Gracias a ello, se enfatizó en el uso de mascarillas incluso dentro de casa o las oficinas, y si es posible, filtros de aire o simplemente abrir las ventanas.
Recordemos que se trata de un virus aún nuevo, y hemos visto cómo ha cambiado la concepción de la enfermedad que ocasiona a lo largo de los últimos ocho meses.