Médicos y especialistas indicaron que el asma no incrementa el riesgo de contraer coronavirus y que los pacientes que tienen la enfermedad pueden (y deben) recibir la vacuna contra la covid-19.
“A partir de la evidencia científica internacional con que se cuenta hasta el momento, tener asma, si está bien controlado, no incrementa el riesgo de infección por covid-19, ni tampoco de desarrollar cuadros más severos en caso de contraerlo“, dijo el jefe del Servicio de Neumonología del Hospital Rossi de La Plata, Gabriel García.
Según la Iniciativa Global contra el Asma (GINA, por su sigla en inglés), el único caso en que el riesgo de muerte por covid aumenta por asma es en el de pacientes “que recientemente habían necesitado OCS (corticoides orales sistémicos) para su asma y en pacientes hospitalizados con asma grave“.
En el marco del Día Mundial del Asma, que se celebra este 4 de abril, GINA impulsa la concientización y el cuidado de pacientes con este problema respiratorio. En el marco de la pandemia, la organización internacional publicó su “Guía sobre Covid y Asma” para derribar mitos creados en torno a la enfermedad.
“En el caso de pacientes con asma bronquial numerosos estudios afirman que no existe un mayor riesgo de infección por covid que la población en general”, afirmó Walter Mattarucco, coordinador de la Sección Inmunología y Enfermedades Obstructivas de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) y aseguró que “el tratamiento adecuado protege de las complicaciones (crisis) que puede desencadenar una infección, como la provocada por covid 19”.
Mattarucco advirtió que los pacientes “no deben discontinuar su medicación de mantenimiento con corticoides inhalados” y que “en caso de estar recibiendo tratamiento con terapias biológicas, no se deberá suspender y se sugiere la aplicación domiciliaria”. “Si recibe corticoides por vía oral como uno más de los fármacos de mantenimiento, no se recomienda su discontinuación”, agregó.
Tanto Mattarucco como la guía de GINA recomendaron que las personas con asma se vacunen contra el coronavirus. La organización internacional señala, además, que “las reacciones alérgicas a las vacunas son raras”, por lo que los pacientes no deben preocuparse, sino en todo caso consultar con su médico.
En el caso de los profesionales de la salud que aplican las vacunas, se indicó preguntarle al paciente “si tiene antecedentes de alergia a algún componente de la vacuna” y que se posponga la inoculación “en caso de fiebre u otra infección”. Las vacunas “no deben administrarse a pacientes con antecedentes de reacción alérgica grave a polietilenglicol o cualquier otro ingrediente”, indicó la guía.
Mattarucco agregó que es aconsejable que quienes tengan asma se apliquen, además, las vacunas antigripal y antineumocócica.
El coordinador de la AAMR afirmó que “no se recomienda el uso de nebulizadores por el alto riesgo de dispersión de partículas contaminantes” y que para los pacientes que tienen estos dispositivos como único tratamiento inhalatorio “se sugiere reemplazarlo por inhaladores de polvo seco o MDI con aerocámara”.
Todos los dispositivos inhalatorios, advirtió Mattarucco, deben ser limpiados de forma diaria con alcohol al 70 por ciento y no deben compartirse con otras personas. “Las aerocámaras o cámaras espaciadoras deben ser de uso individual, y se sugiere lavado diario, ya que estas suelen ser de plástico, una de las superficies donde más persiste el coronavirus”, añadió y recomendó llevar los dispositivos.
Para los integrantes de GINA también es importante derribar postulados equivocados y prejuicios alrededor del asma: que sea una enfermedad de “la infancia”; que sea “infecciosa”, que solo se puede controlar con altas dosis de corticoides y que los pacientes no pueden realizar actividad física.
“No hay nada más alejado de la realidad: el asma puede ser una enfermedad de toda la vida y aparecer en la infancia, en la adolescencia, en la vida adulta o en la tercera edad”, explicó Gabriel García.
Respecto a los corticoides, el jefe del Servicio de Neumonología del Hospital Rossi afirmó que hoy existen alternativas terapéuticas que permiten disminuir su uso. “Lo más adecuado es conversar con el paciente en el consultorio, conocer e interpretar su historia con la enfermedad, qué medicaciones le fueron efectivas y cuáles no”, dijo.
Asimismo, García aseguró que “hacer ejercicio no está contraindicado, sino que puede inclusive formar parte del tratamiento” y que, con un buen control de la enfermedad, cualquier persona con asma puede realizar actividad física, inclusive de alta competencia y a nivel profesional.
“Más allá de que pueda ser algo técnico, es crítico descifrar el origen del asma en cada paciente, qué es lo que desencadenó en su caso la enfermedad, porque ello permite individualizar el abordaje y tomar mejores decisiones terapéuticas, con la perspectiva de obtener mejores resultados”, concluyó García.