El efecto “crunch”: escuchar lo que masticas puede influir en la cantidad que comes

Publicado el: 9 abril, 2016

Tal vez pueda parecerte extraño, pero si prestas atención a los sonidos que produces al masticar, probablemente comas menos.

Y si esta teoría no te termina de convencer, piensa en la situación contraria.

¿Te pasó alguna vez ir al cine y acabarte la bolsa de palomitas de maíz sin apenas darte cuenta? Eso se debe también a que tu cerebro estaba “distraído”.

Pero si hubieras prestado atención al crujido de esas palomitas mientras las masticabas, te habría llevado mucho más tiempo terminarte la bolsa o puede que ni siquiera lo hubieras hecho.

Lo mismo sucede cuando comes mientras miras la televisión o si compartes una cena con amigos y la conversación es animada.

Desde el punto de vista científico —aunque no tanto desde el social— lo mejor es que comas con las menores distracciones posibles, haciendo mucho ruido al masticar y escuchando ese sonido.

El sentido olvidado

Cuando no prestamos atención a lo que comemos, comemos más, dicen los científicos.
Un equipo de investigadores de la Universidad Brigham Young (BYU, en inglés) y de la Universidad Estatal de Colorado (CSU), EE.UU., llevó a cabo un experimento para probar esta teoría, a la que llamaron “efecto crunch” (o crujido).

“Suele describirse como el sentido olvidado de la alimentación, pero si la gente reparara más en el sonido de los alimentos, podrían reducir su consumo”, explica Ryan Elder, de la BYU, uno de los autores del estudio publicado en la revista científica Food Quality and Preference.

Comer usando todos los sentidos

Efectivamente, solemos tener en cuenta cómo se ve, huele o sabe la comida, pero no tanto cómo “suena”.

Gina Mohr, de la CSU (también coautora de la investigación), lo ratifica: “La mayoría de los consumidores e investigadores pasan por alto los sonidos alimentarios como una señal sensorial importante en la experiencia culinaria”.

Comer mientras vemos la tele no es, precisamente, lo más aconsejable para comer conscientemente.
Esos “sonidos alimentarios” son los que producimos al masticar, mascar y triturar la comida que ingerimos.

El problema, según Elder y sus colegas, se produce cuando otros sonidos “enmascaran” esos ruidos, que nos ayudan a ser más conscientes de lo que comemos.

Para averiguar el alcance de este fenómeno, los científicos llevaron a cabo tres experimentos, analizando la “prominencia del sonido en la alimentación”, tal y como se conoce a este efecto.

Y descubrieron que, incluso el simple hecho de sugerir a la persona que piense en sonidos alimentarios puede hacer que coma menos.

Cuanto más alto, mejor

Para hacer el experimento, los voluntarios debían comer pretzels escuchando el crujido que producían al masticarlos.
Uno de los experimentos mostró que la gente come menos cuando el sonido de la comida es más intenso.

Para probarlo, colocaron unos auriculares a los voluntarios para controlar el volumen en el que escuchaban sus ruidos al masticar algunos pretzels.

“Descubrimos que cuanto más alto era el sonido de los alimentos, menos comían los participantes”, le contó Mohr a la BBC.

Según Mohr, “escuchar el sonido de los alimentos nos recuerda que estamos comiendo”.

“Es un indicador natural que nos recuerda que estamos participando en el proceso alimenticio y nos ayuda a comer más conscientemente”.

Fuente: BBC Mundo

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