“Se desinfló el Malecón”, dijo un vendedor de chocolatinas el sábado por la noche, 24 horas después del anuncio de la muerte de Fidel Castro. La Habana se ha quedado en silencio. Tranquila, pero sin la bulla habitual de un fin de semana. El Gobierno ha declarado luto nacional hasta que el domingo 4 de diciembre se depositen las cenizas de Castro en un cementerio de Santiago de Cuba tras recorrer la isla con los restos en una caravana de despedida.
Con la desaparición de Fidel Castro, el hombre que se asignó la función de dirigente, padre y maestro del pueblo, figura omnipresente durante más de medio siglo, líder ubicuo, voz en decurso perpetuo, ha desaparecido una parte fundamental de la identidad de cada cubano, partidario o no. Lo sintetizaba el periódico oficial Granma con su portada de este domingo, un dibujo de Castro de guerrillero con fusil multiplicado por toda la plana como una columna infinita de Castros y una leyenda en letras gruesas bajo el dibujo: “Cuba es Fidel”.
En lo político no se esperan novedades cercanas, pero la muerte de Castro abre más el horizonte de cambios a medio plazo. “Hay una gran tristeza pero se mira hacia el futuro con serenidad”, dijo el ex diplomático cubano Carlos Alzugaray. “Fidel no va a estar pero estará Raúl y hay un proyecto que está en marcha, con dificultades pero en marcha. Y ahora que Fidel no está se podrán hacer cosas que probablemente no se desarrollaron tanto porque estaba él, como continuar las reformas económicas o abordar transformaciones políticas en la Constitución. Había líneas rojas que no se tocaban. En cierto modo era algo así como cuando tienes un papá mayor al que no quieres disgustar”.
“No creo que ahora ocurra nada que no sea cumplir con unos funerales anticipados desde hace diez años”, dice Rafael Hernández, director de la revista Temas. “Todo estaba preparado para su muerte y el panorama político es el mismo que ya estaba abierto antes de su muerte”.
Las Damas de Blanco, la organización de familiares de presos de conciencia, ha suspendido por primera vez en 13 años su protesta de cada domingo. “No vamos a marchar para que el Gobierno no se lo tome como una provocación y pueda hacer sus tributos”, ha dicho la líder del grupo Berta Soler. “Respetamos su duelo, no celebramos la muerte de ningún ser humano”.
En la calle algunos prefieren evitar hablar de la muerte de Castro. La mayoría de los que opinan son elogiosos. Como Gianni Omar Sada, un joven taxista que buscaba clientes el sábado. Desenvuelto, peinado al milímetro, dijo que lo suyo no era la política –”Yo soy de saber buscarme la platica para comer”– pero se declaraba admirador de Fidel. “Yo lo veo como un símbolo de rebeldía. Fue una persona que se enfocó en lo que quiso y lo logró. Mi mamá me dice que no, pero a mí me gustaría tatuármelo”.El opositor José Daniel Ferrer opinaba desde Santiago de Cuba que sin el fundador de la revolución el sistema está abocado a transformarse: “Su muerte es para el régimen como si a la Unión Soviética se le hubiesen muerto de golpe Lenin, Stalin, Kruschev y Breznev. Por ahora creo que habrá más controles y represión pero cuando Raúl no esté vendrá un tercero que tendrá que comenzar reformas a lo Gorbachov e iremos hacia la democracia”.
Pablo, Henry y Alex se reúnen cada sábado en el Malecón a ver anochecer frente al mar. Ayer volvieron. El primero estudiante de Derecho, el segundo tatuador, el tercero músico. Charlaban ante el muro marítimo bebiendo de una botella de moscatel casero. En los bares no se puede tomar alcohol por orden del Gobierno hasta pasados los días de luto.
“Se ha perdido un gran estadista, un gran político, un gran nacionalista”, reflexionó Pablo. “No era un gran economista”, sonrió, “pero sí un político formidable”. A unos metros los camareros de un restaurante ataban los manteles en las mesas de la terraza para que el viento no los mandase a volar. “Nadie se lo esperaba. Todo el mundo pensaba que era mentira”, comentó Niurka González, una habitual del local.
“Fue un hombre genial que estuvo medio siglo luchando contra el imperio de Estados Unidos. No ha habido político como él en el siglo XX”, decía esta mañana Luis González, fumando junto a un edificio del Gobierno con un cartel a la entrada que leía: “Fidel entre nosotros. Los héroes no tiene edad, tienen historia, hacen historia, son la historia”.
La Habana apaga la música
La capital de Cuba se prepara para los homenajes a Fidel Castro que se desarrollarán entre el lunes y el martes en la Plaza de la Revolución. Entre las medidas de luto oficial está la orden de no servir alcohol en restaurantes y bares ni poner música alta. Las discotecas han cerrado y los espectáculos recreativos se han suspendido. El concierto de Plácido Domingo previsto para ayer se aplazó y el cabaret Tropicana ha cerrado sus puertas hasta después de los actos en memoria de Castro. El deporte local por excelencia, el béisbol, ha parado motores y los partidos de la Serie Nacional se han cancelado provisionalmente. Las oficinas estatales de turismo no harán actividades durante el luto. A partir de este lunes en La Habana y Santiago de Cuba se dispararán salvas de artillería en distintos momentos del día hasta el funeral del 4 de diciembre.
Fuente: El País.