El cuerpo de un joven remisero y un auto consumido por las llamas en medio de la nada. Esa fue la escena que descubrieron los investigadores cuando comenzaron a investigar un crimen. Un homicidio que trajo numerosos recuerdos de hechos acontecidos en la historia policial tucumana. Casos que llamaron la atención de la sociedad. Pero con el correr de las horas se supo que se trató de un episodio acorde a los tiempos que vivimos.
Silvio Cabrera trabaja en una remisería en Lules. El lunes, casi con la salida del sol, recibió un llamado de un conocido. Les dijo a sus compañeros que había sido contratado para llevar a unas personas a Tafí del Valle. La última vez que lo vieron fue ese día, en la plaza principal de esa ciudad, cuando ya se encontraba, según los testimonios, con dos o tres personas.
El lunes, cerca de las 9.30, un llamado de un vecino de Las Carreras, ubicado en El Mollar, llamó a la Policía para denunciar que, después de haber escuchado cuatro disparos, salió de su casa y observó un VW Suran prendiéndose fuego con una persona en el interior. El testigo, con otras personas, lograron sacar el cuerpo de la víctima ya sin vida, puesto que había sido ultimado de un disparo en la nuca. Cuando los uniformados llegaron a la escena, se encontraron con el auto totalmente consumido por las llamas.
Los fantasmas del pasado comenzaron a sobrevolar rápidamente este caso. El primer recuerdo que vino a la mente de los tucumanos fue el del estudiante universitario que fue considerado como un asesino serial. Carlos Conti, en sus años de juventud, fue acusado de los crímenes de los remiseros Carlos Salazar (1 de enero de 2004) y de Claudio Pereyra (febrero de 2004). Ambas víctimas fueron ultimadas de disparos en la nuca. El sospechoso fue condenado a prisión perpetua y, desde el año pasado, comenzó a gozar de salidas transitorias para fortalecer vínculos con sus familias. En prisión, conoció una mujer con la que tuvo una hija.
Hubo otro caso similar que también fue tenido en cuenta. En abril de 2000, Carlos Marcovich, un casanova que llegó a mantener tres relaciones sentimentales en simultáneo, intentó fingir su muerte matando al linyera Juan Carlos Carrizo para poder escapar de la difícil situación económica que padecía. Fue protagonista además de tres fugas cinematográficas hasta que fue detenido en 2021 para terminar de cumplir la pena de 17 años que le había impuesto un tribunal.
El 5 de enero de 1997, Luis Cisterna salió de la casa de su madre para trabajar como remisero. No volvió nunca más. Fue asesinado de varias puñaladas en un robo cometido por un adolescente y Alberto “Pelusa” Tolosa. El último, fue condenado a prisión perpetua por el crimen. Sin embargo, al poco tiempo, cuando gozaba de un permiso irregular, se escapó de la casa de su mujer a la que había pedido visitar. Actualmente, está tramitando los permisos para gozar de salidas transitorias. Supuestamente, trabajaría en la mueblería de su pareja, en el mismo lugar de donde se escapó.
El crimen de Cabrera se esclareció casi de casualidad. Y por otro hecho de inseguridad. El lunes al mediodía, un grupo de vecinos y veraneantes de El Mollar, después de propinarle una golpiza, detuvieron a un joven que había intentado hurtar una motocicleta. En la comisaría, el joven de 25 años, identificado como Juan José “Catucho” Cruz, habría dicho: “Jefe, yo maté al remisero”.
El acusado, que enfrenta los cargos de homicidio y de robo, contó que lo había matado con una pistola que tenía en una mochila, elemento que había quedado en poder de las personas que lo habían castigado en la vía pública. Al trascender la información, el bolso con el arma fue entregado a las autoridades.
El caso, a pesar del importante avance, está lejos de cerrarse. Aún quedan varios interrogantes por resolver. El primero y más importante es determinar si “Catucho” actuó solo. Al parecer, él habría declarado que no contó con la ayuda de nadie, pero los investigadores no le creen. Primero, porque hay versiones que indican que al remisero lo vieron con dos o tres personas más en el auto el domingo por la tarde. La víctima recibió el disparo mortal en la nuca, es decir, habría sido ejecutado por la espalda, por una persona que probablemente estaba sentada en el asiento trasero. ¿Había alguien ocupando el asiento de acompañante?
Cuentan en Lules que no era la primera vez que Cabrera llevaba a Cruz a Tafí del Valle. Los pesquisas sospechan que “Catucho” iba a la villa turística a delinquir. El remisero estuvo con el acusado más de tres horas y el viaje hasta ese lugar no duró más de una hora y media. ¿Qué hicieron en todo ese tiempo? Es otra de las preguntas que no tiene respuesta por el momento.
“Catucho” y Cabrera se conocían hace varios años. Vivían en el mismo barrio de Lules y cada uno sabía lo que hacía el otro. En Lules, todos saben que Cruz tiene severos problemas de adicción y que tiene varias causas pendientes con la Justicia por haber cometido delitos contra la propiedad. ¿El remisero podría haber visto algo y el victimario, para evitar ser denunciado, decidió matarlo? Esa es la hipótesis más fuerte que se está manejando.