Llegó por la mañana. No sabía que lo esperaban: estacionó el auto banco Peugeot 308 que había quedado registrado en una filmación, bajó del vehículo y se metió en la casa de pasaje Hernán Cortez al 3200, a metros de la parroquia San Martín de Porres, el lugar donde veinticuatro horas antes, habían asesinado de 15 puñaladas al párroco Oscar Juárez, de 67 años.
Leonardo Jorge Herrera, de 30 años, el hijo de Norma Velardez, la secretaria de la parroquia permaneció durante unos minutos en la vivienda y volvió a salir. Estaba apurado. Se metió en el auto, arrancó y no pudo avanzar mucho más: dos vehículos le cerraron el paso. Los pesquisas de la División Homicidios tenían todo listo para cazarlo. Durante todo el jueves había estado desaparecido y sólo volvió al barrio en la madrugada del viernes para retirar algo de la casa.
Los investigadores encontraron dentro del vehículo una campera con manchas pardo rojizas en la manga derecha. La prenda fue secuestrada para ser peritada y ser comparada con el ADN de la víctima.
Durante la jornada, los investigadores interrogaron a Velardez, la madre del principal sospechoso, sobre cuyas actividades recayó parte de la investigación. Es que los pesquisas procuran determinar si el móvil específico del crimen puede explicar la brutalidad del ataque del que fue víctima el sacerdote. Lo primero que repararon los expertos fue la saña determinada por el gran número de heridas de arma blanca en la espalda, una axila, el abdomen y el pecho del religioso y una cinta de embalar que tapaba su boca y estaba envuelta alrededor de su cabeza.
“La violencia delata un alto grado de alteración emocional”, explicó una fuente allegada a la investigación a TucSinFiltro, lo que dejaba paso a que el brutal hecho hubiera sido realizado por un motivo probablemente personal.
Una de las pruebas fundamentales había sido la imagen del auto blanco de Herrera captada en el lugar donde se produjo el hecho. Lo curioso es que al sospechoso lo relacionaron en algún momento, precisamente, con la instalación de cámaras de seguridad como una de sus actividades.
El vehículo filmado
En el auto-pieza clave de la investigación- los pesquisas hallaron una zapatilla con signos de haber sido lavada que fue comparada con las huellas encontradas en el escenario del crimen. Pero tal vez, lo que más llamó la atención de los investigadores es que el sospechoso llevara encima el arma presunta con la que pudo haberse perpetrado el crimen: una navaja de gran tamaño que fue secuestrada para los exámenes correspondientes.
El acusado además tenía una suma de dinero en efectivo-alrededor de 48.000 pesos y algo de dólares-cuya procedencia es investigada. Una línea de la investigación se apoya en el hecho de que el dinero pudiera provenir de la parroquia y que habría podido ser la causa de una discusión iniciada entre el sospechoso y la víctima. ¿Esa discusión llegó al extremo por alguna razón particular? Los investigadores asi lo creen. La cantidad de puñaladas recibidas por el religioso indican que la emoción exasperada fue un factor decisivo a la hora del brutal homicidio.
La situación de que Juarez acudiera a la casa de Velardez a diario-fue a cenar allí poco antes de que se produjera el crimen-fue confirmada por vecinos que se manifestaban en contra de esto. Esta circunstancia quedó bajo la evaluación de los expertos como uno de los motivos que podrían explicar el final del párroco.
Por otro lado, el móvil del dinero, considerando el monto que se secuestró, no parece haber sido una razón que explique la furia del ataque. Los pesquisas profundizan por estas horas su análisis sobre la personalidad del sospechoso y sus actividades. En las últimas horas, se conoció que el acusado mantuvo una relación sentimental con la hija de Ricardo Bussi, aunque la misma se había interrumpido hace un tiempo.