“Era un hombre de una profunda escucha, que consolaba con sus palabras, animaba y fortalecía, con gestos muy concretos de cercanía con los más necesitados. Muy austero y sensible al dolor ajeno”. El arzobispo Carlos Sánchez fue uno de los testigos que prestaron declaración ayer en el juicio oral y publico por el crimen del padre Oscar Juárez. Sanchez fue uno de los primeros en acudir a la parroquia San Martín de Porres el 15 de julio de 2020.
La audiencia de ayer se enfocó en el aspecto económico, uno de los posibles móviles del brutal crimen. Manuel Pedernera, defensor del acusado Jorge Leonardo Herrera, preguntó a Sánchez respecto al patrimonio de la víctima. “Era alguien austero y no poseía fortuna”, respondió el arzobispo, sin dudar.
Explicó también que los sacerdotes viven de las “ofrendas del pueblo santo de Dios” y que no perciben un sueldo sino una asignación mensual que les permite cubrir sus gastos personales y su sustento.
Herrera está acusado de haber asesinado al padre Juárez de 14 puñaladas, y existe una teoría de que el hecho estaría vinculado con el robo de 60 mil dólares que Juárez tenía en el lugar. Uno de los hermanos de la víctima explicó que este le había pedido si podía guardar ese dinero en su casa pocas horas antes del crimen.
La familia hizo entrega del dinero en el despacho de la ex fiscal Adriana Giannoni. Se habló que eran los ahorros pero luego Alfredo Zecca-recientemente fallecido-explicaría que ese dinero correspondía a la venta de una propiedad del Arzobispado y se la había entregado a Juárez para comprar un aire acondicionado entre 2014 y 2015.
El dinero quedó en resguardo hasta que se definiera a quien pertenecía. Pedernera también preguntó a Sánchez si existía algún registro respecto a la entrega del efectivo para el fin que aseguraba Zecca.
“Yo me enteré después de la muerte que existía un convenio entre monseñor Zecca y el padre Juárez para un beneficio de la parroquia, lo cual está registrado”, explicó Sánchez. Sin embargo, Sánchez dijo no saber si era el dinero que entregaron los hermanos de la víctima a la fiscal Giannoni.
Violencia de género
Un momento tenso fue el de la declaración de una hija del legislador Ricardo Bussi y ex novia del imputado. La joven pidió dar su declaración con la condición de que retiraran a Herrera. “Nos conocimos por redes sociales y tuvimos una relación de cuatro años”, dijo ella, para luego aclarar que ese noviazgo tuvo muchas intermitencias porque él “me era infiel y peleábamos mucho”. También contó que conoció al padre Juárez en la casa de Herrera, ya que su madre, Norma Velárdez, era la secretaria del sacerdote. “La madre de Leo lo invitaba a almorzar o a cenar, tenían una muy buena relación”, apuntó.
El abogado querellante, Juan Andrés Robles, le pidió que explique por qué su relación con Herrera había sido conflictiva. “Yo lo denuncié en 2019 porque un día vino a mi departamento, estaba borracho y muy ofuscado. Como no le abrí, entró por la parte de atrás, se tiró arriba mío y me agarró del cuello; después tomó las llaves de mi camioneta y se fue; la dejó en la Perón y dejó la llave por ahí. Yo no sabía qué hacer, estaba golpeada y asustada. Llamé a una amiga y ella me acompañó a hacer la denuncia”.
Bussi aclaró que no era la primera vez que su pareja la agredía físicamente. “Hubo muchos episodios de zamarreos, empujones, tiradas de pelo; era violento conmigo”, aseguró.
En el debate se esperaba el testimonio de Norma Velardez, la madre del acusado, una mujer ayudaba al sacerdote con la administración contable de la parroquia. Pero no hay certezas de que Velárdez pueda declarar en este juicio ya que se encuentra internada en un sanatorio céntrico.
Ante esta situación, tanto la Fiscalía como la querella solicitaron que un médico forense constate el estado de salud de la testigo y su imposibilidad para dar testimonio.