Quienes circularon en las últimas horas por la zona de la ex rotonda en avenidas Belgrano y Presidente Perón han notado algo diferente: los semáforos ya funcionan de forma intermitente. Cuando las obras de remoción empezaron en octubre, ya se vislumbraba que se necesitarían entre cuatro y cinco meses para quitar la estructura y para instalar el complejo semaforizado. Efectivamente, ese fue el tiempo que hizo falta, y aunque aún restan algunas obras complementarias, antes de este fin de semana se habilitaría la totalidad de la circulación por el renovado cruce.
Sí, todavía hay tachos y redes que impiden el paso (aunque ya no trabajadores en todo momento), pero eso dentro de muy poco será un recuerdo. Así lo confirmó Pablo Macchiarola, secretario de gobierno de Yerba Buena. “Ya está todo listo -destacó-; lo que falta (habilitar) es la circulación de sur a norte y de norte a sur”.
Esta novedad viene a aliviar a los conductores: es que desde que se iniciaron las obras la circulación se vio bastante resentida en ese sentido; manejar, en hora pico, era bastante complicado y había que recurrir a varios desvíos para conectarse en dirección a Tafí Viejo y en dirección a la avenida Aconquija. Además -y a pesar de los controles realizados- los vehículos incurrían en maniobras ilegales para retornar desde Belgrano hacia el Camino del Perú.
Con el pasar de los meses, las máquinas trabajando, el polvo y los operarios -de mañana y de tarde- se volvieron parte del paisaje. Y con el correr de las semanas, la resistencia y el mal humor de los conductores comenzó a disminuir.
La noticia pone punto final a una obra que ha producido mucho debate y mucha polémica entre los tucumanos. Que si servía o no, que si había que dejar la rotonda, que si había que sacarla, que si eran útiles los semáforos… Luego de muchos años de discusión, el año pasado empezaron los diálogos entre la Dirección Provincial de Vialidad (DPV) y los municipios de San Miguel de Tucumán y Yerba Buena para solucionar un problema creciente en esa zona: el tráfico
Es que las rotondas tienen una función básica: facilitar la circulación vehicular, algo que en esa intersección desde hace años no sucedía. Con el crecimiento urbano y comercial de las zonas adyacentes (por allí circulan vehículos de tres municipios) la situación empeoró. Se estipula que en hora pico pueden llegar a pasar cerca de 3.500 rodados; para poder cruzar, en los semáforos los vehículos debían hacer cuadras de fila y sortear las repetidas faltas a las normas de tránsito. Con ese panorama, los actores a cargo llegaron a una conclusión: había que quitarla. Enrique Romero, subsecretario de Tránsito de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán la definió en aquel momento como “un tapón” que debía ser eliminado.
La obra tuvo un presupuesto inicial de $80 millones. Una vez que empezó el desmantelamiento de la glorieta (y a pesar de que el tránsito estaba interrumpido) ya se notó una leve mejoría en la circulación vehicular. Con la obra terminada, se espera que el tránsito adquiera el 45 % más de fluidez.