Cruzó la meta con los brazos cruzados sobre su cabeza, un gesto que en principio muy pocos alcanzaron a entender. Pero el etíope Feyisa Lilesa, medallista de plata del maratón olímpico de los Juegos de Río de Janeiro, se encargó de explicar más tarde: era una protesta contra la situación de la etnia oromo en su país.
“Fue una protesta, porque soy oromo, y en Etiopía los oromo somos reprimidos por el Gobierno. Nos matan y nos encarcelan, somos sospechosos por el simple hecho de ser oromo. Tengo parientes presos y llevaré la protesta de mi gente allí adonde vaya”, denunció.
En un inglés de difícil comprensión y en una conferencia de prensa que lo tuvo como estrella absoluta, por encima de tiempos y medallas, Lilesa relató los problemas de su pueblo.
“En Etiopía hay 15 millones de oromo y el Gobierno nos obliga a dejar nuestras tierras, nos encarcela, nos mata. Yo les pido que ustedes, los periodistas, que hablen de la democracia que no existe en mi país, y de los intereses económicos que apoyan la represión de los oromo”, reclamó.
La etnia a la que pertenece Lilesa es una de las más numerosas de África, y también de las más castigadas. En Etiopía, los amhara, etnia minoritaria, ha gobernado el país desde el proceso de descolonización y mantiene desde los años 70 una guerra de baja intensidad contra los oromo, que durante estos años se han organizado en diferentes frentes de lucha armada. Se estima en 2,5 millones la cantidad de refugiados oromo en países vecinos como Somalia y Eritrea.
Fuente: La Nación.