Desde ayer, antes incluso del inicio de la reunión que mantuvo en la Quinta de Olivos el presidente Alberto Fernández con miembros de su gabinete y especialistas en materia de salud, los supermercados tucumanos comenzaron a restringir el ingreso de público para evitar la propagación del virus COVID-19, conocido mundialmente como coronavirus.
Cientos de tucumanos, aterrados ante una eventual declaración de cuarentena obligatoria, se volcaron masivamente a las grandes cadenas de supermercados para abastecerse de alimentos. Como consecuencia de la concurrencia masiva, y con el objetivo de evitar la aglomeración y la cercanía entre los clientes, los representantes de los centros de compra tuvieron que restringir el ingreso en grupos de entre 15 y 50 personas, lo que derivó en enormes filas. Todo esto agravado por las lluvias persistentes en la capital tucumana.
Al momento del ingreso a los supermercados, los clientes buscaban los mismos productos: desinfectantes, elementos de higiene personal y alimentos no perecederos.
Con el correr de las horas, la preocupación se fue notando en los rostros de aquellos que aún no podían ingresar a comprar, ya que muchas personas compraron cantidades excesivas de productos de limpieza, y en algunos supermercados las góndolas quedaron vacías.
En algunos locales las filas en las cajas superaron las 80 personas, todas con los carros llenos y en algunos casos más de uno. Tras la actitud de los compradores, algunas cadenas abrirán más horas de los normal y otras reservarán un horario a la mañana solamente para que las personas mayores puedan hacer sus compras sin estar en contacto con muchos ciudadanos.
