En la cárcel de Ezeiza, donde está preso José Alperovich, los detenidos por violaciones, abusos, violencia de género y femicidio no se mezclan con la “población común” para cuidar su integridad física. Estos reclusos son ubicados preferentemente en el módulo 2, en los pabellones B (con capacidad para 50 plazas) y G (para 30 plazas).
Los otros destinos posibles están en el módulo 3, específicamente en los pabellones B (con capacidad para 50 plazas) y J (para 12 plazas). Según un especialista en cárceles del Servicio Penitenciario Federal (SPF), estos reclusos prácticamente no salen de sus pabellones y pasan las dos primeras semanas en pabellones de “Ingreso”, apartados del resto. Además, en los traslados a tribunales o a otras cárceles, no viajan con el resto de los detenidos. En los sectores de Educación, hay una especie de pacto donde no se discrimina a los presos por el tipo de delitos cometidos.
Luis, un detenido en una unidad del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), compartió su experiencia previa en el SPF por robos, cumpliendo condena en Devoto. “Los pibes del SPF siguen con los códigos de antes: ‘con los chicos y con las mujeres, no'”, comentó. Según Luis, si en Devoto descubrían que un detenido por robo o droga tenía causas previas por abuso o violación, se encargaban de apuñalarlo y echarlo, algo que, según él, casi no ocurre en el SPB.
Juan, otro preso, mencionó que algunos penitenciarios federales encargan tareas a los detenidos en estos pabellones, como cocinar, lavar la ropa y limpiar el sector, bajo la excusa de brindarles protección. Juan también relató una situación en el comedor del sector de Educación donde, junto con otros presos, golpearon a un detenido que confesó haber manoseado a una mujer y estar preso por abuso.