Muchas veces son protagonistas de noticias ciudadanos comunes que se convierten en héroes al realizar un gesto considerado y desinteresado. Esas son las mejores historias, ejemplo de acciones que pueden mejorar y hasta salvar la vida de otros. Esta vez, el relato es sobre un hecho que muestra todo lo contrario.
En un relato compartido a través de Facebook, una tucumana contó una experiencia extrema que le tocó vivir, en la que terminó en riesgo su vida y la de su hijo, cuando el taxi en el que se desplazaban rumbo a un médico se prendió fuego y el conductor reaccionó para salvarse a sí mismo, dejando a los pasajeros a su suerte.
Leé su historia aquí:
“Hoy tomé un taxi para llevar a mi hijo, Pablo, al médico. Subí acostumbrada a que, a pesar de que deberían estar en excelente estado, sea un taxi medio destartalado (pero no se cómo, autorizado a trabajar). El “valiente” conductor (y digo valiente ya sabrán porqué), me preguntó si estaba bien que cargue $50 de nafta, ya que evidentemente se había quedado sin gas y lo único a la vista era un automóvil club. Cargamos y seguimos. A los 20 mts. Se le paró el auto, y comencé a sentir un fuerte olor a nafta, intentó arrancar dos veces más (yo a esas alturas miraba el tanque de gas y de nafta y preparaba a mi hijo por las dudas tenga que bajar), y a la segunda, vi una pelota de fuego adelante. El “valiente” conductor, se tiró al asiento del acompañante se tiró al asiento de acompañante y salió corriendo, dejándonos a Pablo y a mí adentro del auto. Yo al ver mi puerta trabada (imagino por lo vieja) pegué un empujón, tiré a mi hijo afuera (un ángel lo agarró y lo alejó) y después me tiré yo, viendo como toda la parte de adelante se prendía completamente fuego, y la nafta saltaba para todos lados. La verdad Nose quien apagó el fuego, solo se que mucha gente nos metió en un estacionamiento, gritando que iba a explotar, yo solo abrazaba a Pablo y le tapaba los oídos. La policía me tomó los datos y quisieron llamar una ambulancia para ver mi brazo (una agente muy dulce y atenta, si me leés, gracias!!) , me negué, solo quería llegar al turno de mi hijo. El punto de todo esto, es que, si bien no voy a hacer una denuncia, quiero que si ustedes me ayudan a compartir, esto llegue al conductor o al dueño del taxi, y que sepa que pudo cargar con una desgracia, por ser negligente, irresponsable, dejado, mal trabajador y descuidado. El chófer “valiente” , corrió por su seguridad, y en ningún momento, ni cuando ya estaba todo controlado hizo por acercarse a preguntarme si mi pichón y yo estábamos bien. Sos un cobarde. Adjunto las fotos de como quedó el auto. Espero que a vehículos y personas como éstas, nunca más les den una licencia. (el corazón “valiente” es el de blanco).”
El texto y las fotografías están tomadas del facebook de Soraya Bernabei Castillo.