Un video muestra a un niño que exhibe armas. El mismo se viralizó en las últimas horas. Luego aparece otro video similar. Por qué? Nadie lo puede explicar con exactitud. En las horas siguientes, la Justicia- después de una investigación de una división policial especial- espera concretar una serie de medidas para determinar quienes son los responsables de esas imágenes y cómo consiguieron las armas que aparecen en esas filmaciones.
Mientras tanto, buscamos nuestra propia respuesta. Una mujer puede tenerla una. Alguien que confiesa haber sido delincuente y ahora afirma haberse “retirado de esa vida”. Se llama, más bien, la llamaremos Berta, un nombre ficticio para poder proteger su identidad.
“Conseguir un arma es fácil y encima por dos mangos. Los mismos transas la facilitan bueno, de ahí la sacan y las venden. Una calibre chico te puede salir como 5 mil mangos“, dice Berta en un momento que, en vez de dormir la siesta, empezamos la charla.
Berta es tucumana y vive en una zona considerada heavy, el barrio Juan XXIII, “La Bombilla”. Tiene un par de tatuajes que la hacen reconocible por todos, por eso prefiere que no los mencione. Es hincha de Atlético, una decana fanática que puede dejar cualquier cosa con tal de instalarse en “alguna casa, con una birra bien fría y ver los partidos”.
Es una joven que, según menciona su novia con quien lleva más de 10 años en pareja, “dejó la mala vida“.
Dice su novia: “Ella manejaba armas, robaba y un día la agarraron. Cayó un año en un instituto de menores y luego salió. Tenía 14 cuando pasó todo eso. Pero cambió una bocha, se alejó cuando nos conocimos, estudió y ahora hace algo con su tiempo“, cuenta mientras le agarra su mano. “Ella se vio como su viejo y no quiso terminar así… eso también la hizo cambiar una banda“, resalta.
Conoce el ambiente, sabe de lo que son capaces de hacer los pibes por un par de mangos. “A los changos no les da miedo nada. No les interesa si hoy los matan o no, lo que importa es comer, tomar, drogarse y así. Se drogan porque no aguantan su vida. Esa es la verdad. Es su forma y encima, se criaron así. Yo te cuento algo que me dijo un amigo una vez pero, hace muchos años: “si yo me muero que sea en un mano a mano, pero no por un cobani de mierda. Eso seria alta traición para mi sangre“. Y agrega: “Quede impactada, porque ni yo llegó a tanto”, mientras subía su mano y lo asentaba en su pecho.
¿A qué se refiere con eso del mano a mano?, pregunto casi anticipando una posible respuesta.
Berta, aclara: “Que si se muere, que sea por un enfrentamiento con otro delincuente. Que sea por una lucha de fierro, pero no por un cana. La cana si te mata, gana y aquí no pueden ganar ellos“.
Entiendo y vuelvo a preguntar: cómo se consigue un arma?
“Vos llévate de lo que yo te digo: Tengo amigos que son choros y, encima, yo también lo fui, pero ya pagué. Listo. Sucede que las armas que se consiguen, las comprar por dos mangos en el mercado negro. Aunque no lo creas, lo pueden hacer en las redes sociales, a través de grupos privados donde solo venden a conocidos”.
En un par de segundos repaso en mi cabeza los videos que se han viralizado. El alto grado de protagonismo que tienen los menores de edad en la delincuencia. Le pregunto entonces, de donde sacan las armas los menores.
“Es una cuestión más delicada. Si vos vivís en la villa, te crías con una familia de delincuentes y toda la cuestión, entonces, vos naces choro prácticamente. Las armas que le entregan a los chicos son de los padres, se las entregan ellos mismos. Mi papá me hacia practicar con las pistolas desde chica y por eso aprendí“, confiesa.
Qué dicen los especialistas
El relato de Berta y su pareja me llevó a investigar sobre el creciente acceso que tienen los menores a las armas de fuego y el propio contexto en el que viven. Opté por consultar al Observatorio de Adolescentes y Jóvenes para hablar con Silvia Guemureman, Socióloga, especialista en problemáticas sociales infanto juvenil, Doctora en Ciencias Sociales (UBA) y la directora.
La especialista apunta a dos claros aspectos en consideración: “En primer lugar, el hogar, la familia, y la raíz de “educación” que reciben los niños. Por otro lado, las amistades y el ambiente en el cual se manejan. Otra característica importante es la personalidad del menor. Es decir, si es influenciable o no”.
En este sentido, y en palabras simples, los niños que nacen en zonas vulnerables, con poco acceso a la educación, están constantemente rodeados de referentes que están excluidos de la sociedad. Por eso, son proclives a interesarse en el “juego” de las armas, el delito, y el consumo de sustancias.
Otro punto para desentrañar es como se retroalimenta ese llamado “mercado negro” de armas. Normalmente, según la especialista, la primera compra que hace un chico en estos grupos es para defenderse de otros delincuentes que los han amenazado. “Así es como comienzan su vida con armas, por miedo al ataque”, detalla Guemureman.
Investigación periodística: Ana Cecilia Córdoba
Un comentario en ““Mi papá me hacía practicar con un arma”: el estremecedor relato de Berta, la ex “pistolera””