El trabajo remoto se quedará por un largo tiempo. Al menos hasta que la pandemia por el coronavirus termine o incluso más, si es que las empresas recurren a esta práctica para aliviar sus costos y permitir mayores beneficios a sus empleados. Compañías internacionales estiman que no volverán a sus edificios hasta mediados de 2021, por lo menos. Ese es el caso de Facebook, por ejemplo, que ya hizo el anuncio.
Un estudio de la Universidad de Stanford encabezado por Nicholas Bloom, señaló que gran parte de la actual fuerza laboral de los Estados Unidos lo está haciendo desde sus hogares. “Descubrimos que el 42 por ciento ahora trabaja desde casa a tiempo completo, mientras que otro 33 por ciento no está trabajando. El 26 por ciento restante trabaja en las instalaciones de su empresa, principalmente como trabajadores de servicios esenciales. Casi el doble de empleados trabajan desde casa que en el lugar de trabajo”, dice su informe. Esa realidad perdurará por mucho tiempo.
Una de las industrias que más sufrió con esta pandemia es, sin dudas, la del turismo: hoteles, playas, ciudades enteras, compañías aéras… todas vieron mermar de forma alarmante sus ingresos a medida que los vuelos y las cuarentenas se iban extendiendo a cada uno de los países. Sin embargo, muchos de esos destinos comienzan a repensar sus negocios sobre la base de la nueva normalidad que se avecina al menos por un tiempo.
Cada vez más países ofrecen visas para que el trabajo remoto que se hace actualmente desde sus hogares pueda realizarse desde la comodidad de una reposera en medio de una isla del Caribe o desde un medieval paisaje europeo. Visas y permisos especiales son ofrecidos a trabajadores de todo el mundo para que lleven su trabajo en sus laptops y generen ingresos en sus golpeadas arcas. Una forma de disfrutar del trabajo en un ambiente diferente en medio del COVID-19.
La mayoría de estos lugares no presentan casos de coronavirus y es requisito indispensable no haber estado infectado o estar libre de la cepa que mantiene al mundo en vilo. También es fundamental acreditar un trabajo estable y comprometerse a no requerir uno en el lugar de destino. Las visas ofrecidas, igualmente, no lo permiten.
Barbados, en las Antillas Menores, es una de las islas que en tan sólo cinco días decide si una persona puede instalarse en sus paradisíacas costas para trabajar de forma remota. El llamado “Sello de bienvenida de Barbados de 12 meses” comenzó a regir hace ya dos meses y medio: el 30 de junio pasado. Más de 1350 solicitudes fueron presentadas para trabajar desde allí. La visa tiene una validez de un año a partir de la fecha de llegada con una particularidad: se puede salir y reingresar a la isla durante el tiempo que dure el “sello de bienvenida”.
Barbados tiene una particularidad a tener en cuenta: toda la isla tiene wifi libre, por lo que el visitante podría realizar sus labores desde cualquier punto de la ciudad capital Bridgetown o incluso desde una playa, mirando el calmo oleaje. Además, los titulares de visas pueden enviar a sus hijos a escuelas privadas o pagar un pequeño estipendio para asistir a una escuela pública estatal.
Otra de esas islas es Anguila. Si bien no todos los visitantes de todos los países pueden llegar hasta ella -posee restricciones, como otras tantas naciones para evitar la propagación de contagios- desde el 21 de agosto pasado ya se puede aplicar para llegar allí y radicarse temporalmente para trabajar. Se deberá acreditar que la tierra de origen tiene un 0,2 por ciento de tasa de contagio.
De acuerdo a un comunicado de prensa emitido por la Junta de Turismo de Anguila, la isla está “apuntando a una nueva clientela que llamamos nómadas digitales, que vendrán y trabajarán de forma remota desde Anguila con visas de estadía prolongada”.
Este tipo de visas tienen un costo. Una estadía de menos de tres meses cuesta mil dólares para individuos y 1.500 dólares para una familia de cuatro. Las tarifas de entrada, que se duplican para estadías más prolongadas, cubren dos pruebas COVID-19 y permiso de trabajo digital, entre otros costos, de acuerdo a CNBC.
Bermuda, por su parte, también cuenta con un plan de visas especiales para visitantes que quieran radicarse durante un tiempo en sus costas. Para quienes apliquen se les expedirá un permiso llamado “Work From Home” que les permitirá no sólo cumplir con sus compromisos laborales desde este lugar, sino también cumplir con el sueño de hacerlo desde un lugar único.
Las solicitudes cuestan mucho menos que en otros “paraísos”: 263 dólares por persona y como principal requisito figura que aquellos que pretendan radicarse por un tiempo allí deben ser empleados de una empresa fuera de Bermuda. También pueden viajar estudiantes. En ambos casos deberán demostrar ingresos anuales comprobables. Los niños podrán asistir a escuelas públicas o privadas y las familias incluso podrán viajar con sus mascotas.
Más lejos, otro continente, otro clima
Europa también puede ser un destino, aunque mucho más restringido. El continente enfrenta la segunda ola de coronavirus y la mayoría de los países mantiene serias medidas para el ingreso de “turismo laboral”. Sin embargo, hay dos países que sí están dispuestos a abrir sus puertas. Están bien al este y son Georgia y Estonia.
La primera de esas naciones lanzó una campaña en la que ya reclutó a 2.700 interesados. Pueden ir ciudadanos de 95 países llenando un formulario sencillo para obtener la visa. El permiso otorgado por el gobierno local permite trabajar por 360 días. Eso sí: al llegar deberá cumplirse una cuarentena obligatoria de 12 días en un hotel asignado por las autoridades. También se tendrá que acreditar un ingreso mensual de alrededor de 2 mil dólares.
Estonia, en tanto, reactivó y relanzó un programa que está desde hace años y permite la misma modalidad de visa que los demás países, salvo que ahora cuenta con el requisito COVID-19, cuyo impacto no ha sido de envergadura entre sus pobladores. El país báltico es uno de los más avanzados en materia de teletrabajo y se considera un verdadero oasis de esta disciplina.
Los candidatos serán sometidos a un análisis de las sedes diplomáticas en todo el mundo que podrían durar hasta 30 días. Sin embargo, hay un requisito que coloca una barrera importante: los interesados deberán acreditar ingresos mensuales superiores a los 4.100 dólares.
Otros países, de Europa, Oceanía y Asia también están evaluando implementar este tipo de permisos para atraer algo de “turismo laboral” a sus golpeadas economías. Será parte de la nueva realidad en un sector que padeció como pocos el tsunami económico que implicó la pandemia.