El alcance de la pandemia va más allá de la salud, puesto que la educación también recibe un fuerte impacto por la aparición del virus. Las escuelas, secundarios, universidades y todo aquel centro educativo, debieron cerrar sus puertas y tomar la modalidad de enseñanza online. Con el confinamiento, perdimos la cuenta de los días sin clases presenciales y mientras más tiempo transcurra alejados de las aulas crece el riesgo de que el sistema educativo no pueda retenerlos, cuando el ciclo se normalice.
Según el profesor Gustavo Masmud, de docentes autoconvocados, “hoy hay un 80 % de deserción y solo un 20% de los alumnos está activo”, quien se refirió a la actualidad educativa que se vive en la provincia. Además, argumentó que, por el olvido de los gobernantes a nivel provincial, de los delegados comunales y de los intendentes, que no se preocuparon ni siquiera en intentar darles conectividad (wifi gratis) a los alumnos para que puedan cursar este año.
Agregá Masmud, en diálogo con Vientos Tucumanos: “El primer trimestre era cómo arrancábamos, se descubrieron grandes falencias (problemas de conectividad) y, a pesar de eso, muchos chicos se conectaron y respondían. En el segundo trimestre ya hubo chicos que no se conectaban, desconocemos los motivos, no podemos prejuzgar tampoco. Ahora, en el tercer trimestre ya hay una deserción del 80%”.
Por otro lado, el problema socioeconomico que muchas veces sobre pasa a las familias. “Cuando las escuelas estaban abiertas, los niños recibían a diario la alimentación escolar, un beneficio que desahogaba a las familias de escasos recursos de un tiempo de comida para sus hijos, ahora con los establecimientos cerradas esto ya no es posible, lo que acentúa las carencias en los hogares”, exclamá en un dialogo directo con Tucumán Sin Filtro, la Licenciada en Trabajo Social, Liliana Barraza.
Temor al contagio
Bajo un panorama totalmente afectado por el brote del coronavirus que se está viviendo en la provincia, las aulas tucumanas están lejos de volver a recibir a los alumnos, al menos hasta que la curva baje y el riesgo de contagio sea menor. Cuando esto suceda, y el Ministerio de Educación toque el tema nuevamente, hay una preocupación en el pensamiento colectivo de la sociedad, sobre todo en los padres y con respecto al contagio. Ese temor que no dejara de tener su lugar número uno en nuestras cabezas.
“Si deciden que regresen a la escuela yo no voy a mandar a mis hijos, prefiero que pierdan el año a que se contagien”, ese comentario se repite una y otra vez entre la gran mayoría de padres.
Que la infraestructura de las escuelas no esté preparada para la reapertura es otro punto de peso. No tener las condiciones sanitarias adecuadas, como ser el agua para que los estudiantes se laven constantemente las manos, no contar con las medidas de higiene y el suministro de protección para los docente y alumnos.
No hay que pasar por alto que, sin importar ni la edad ni el nivel, el volver a las aulas no sería fácil para los estudiantes, pues según la oficial nacional de Unesco esto puede generar en ellos “temores relacionados con su capacidad de retomar el proceso de aprendizaje, especialmente para quienes no han tenido acceso a programas de educación a distancia durante el período de confinamiento y se han desvinculado de sus estudios y la escuela”.