Durante esta mañana, miércoles 26 de agosto, un avión llegó al aeropuerto de Ezeiza. Traía un pasajero en particular que venía desde Miami, donde había llegado meses atrás, un hombre de buzo blanco y jogging gris, argentino, 62 años de edad, reconocido maratonista, participante de competencias como el desafío Iron Man en Brasil. La pandemia le jugó en contra. Su visa se agotó. Pero el hombre no era un turista más, un compatriota en desventura que pidió ser repatriado.
Interpol lo había capturado. Llegaba esposado, fuertemente custodiado por la Policía Federal, cuya división Trata de Personas se había encargado de rastrearlo. Lo esperaban más de 30 efectivos de la PSA, grupos de asalto táctico.
En los papeles, Guido Santos Natale, con base en Bahía Blanca, era un empresario inmobiliario con dos compañías a su nombre, una de ellas con una socia, Olinda Huechor. Según la Justicia que lo condenó a cuatro años de cárcel, Santos Natale sería uno de los proxenetas explotadores de mujeres más poderosos y escurridizos de la provincia de Buenos Aires, con el poder y las influencias suficientes para vivir suelto y sin problemas.
Para empezar, debería haber algún rastro suyo en Migraciones de su viaje al exterior, pero no lo hay. Se cree que cruzó ilegalmente a Uruguay, y luego a Estados Unidos. Tenía pasaje de regreso a Montevideo para fines de marzo. Tras conocerse esta situación, el Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca ordenó la captura internacional en el sistema Interpol. Al ser deportado por visa vencida, su extradición debería realizarse hacia Argentina o Uruguay. Sus abogados intentaron cambiar su traslado para ir hacia Uruguay, afirmó en un comunicado el Ministerio de Seguridad, pero finalmente aterrizó hoy en Argentina.
Así, Santos Natale comparecerá finalmente ante la Justicia.
Su historia data al menos desde 2006, cuando comenzó la investigación en su contra sobre “un grupo de ciudadanas paraguayas en los locales denominados Play Boy y Luna Azul de la ciudad de Punta Alta, bajo responsabilidad de Guido Santos Natale y una mujer llamada ‘Magui’, quienes reclutarían mujeres en el Paraguay para luego someterlas a explotación sexual y restricción de libertad”, asegura un documento judicial al que accedió Infobae. 12 mujeres paraguayas fueron encontradas en Play Boy: Santos Natale y Olinda Huechor, que integra el directorio de una de sus empresas, fueron detenidos.
Migraciones determinó que casi el 60% de las mujeres estaba con visa de turista o de forma clandestina en el país. Una de ellas declaró en el expediente, describió una clásica situación de control, típica de la trata de personas, habló de “el local Play Boy, que está en calle Colón, donde esas chicas no pueden salir, si salen tienen un tipo que las viene siguiendo y no las deja hablar ni saludar a nadie, no teniendo permiso para llamar por teléfono salvo en una sola cabina en la calle Irigoyen y nada más que el día domingo”. Solo podían dejar el lugar dos horas por día cada domingo. Si llegaban tarde, eran multadas, 500 pesos de 2009. Otra afirmó haber hecho pases sexuales y aseguró que “que ese dinero es para el dueño. Que el dueño es de nombre Guido… con su esposa ‘Magui’…”.
Olinda Huechor, la socia de Santos Natale, fue condenada a tres años de ejecución condicional por facilitar la permanencia ilegal de extranjeros.