Aunque todavía están por verse los efectos psicológicos de la pandemia de coronavirus, algunos expertos pronosticaron un tsunami de nuevos trastornos y las noticias han amplificado ese mensaje.
La Organización Mundial de la Salud advirtió sobre un posible “aumento masivo de enfermedades mentales en los próximos meses” como consecuencia de la ansiedad y el aislamiento. Algunas plataformas digitales como Crisis Text Line y Talkspace reportaron con regularidad aumentos de actividad durante la primavera. Por si fuera poco, más de la mitad de los adultos estadounidenses comentaron que la pandemia había empeorado su salud mental, según un estudio reciente realizado por la fundación de la familia Kaiser.
Sin embargo, esta oleada de nuevos problemas mentales todavía está muy lejos de la costa y bien podría ser solo un espejismo. Varios psiquiatras y terapeutas que han ayudado a personas después de fenómenos como temblores, huracanes y otros desastres enfatizaron que sentir más ansiedad e impotencia es una reacción natural que solo en raras ocasiones adquiere rasgos crónicos o traumáticos. Los estudios diseñados para que los encuestados hablen sobre sus emociones no ayudan a predecir si perdurará la angustia; además, los padecimientos mentales graves como la esquizofrenia y el trastorno bipolar son estables, por lo que no es muy probable que hayan cambiado debido a la pandemia. La mayoría de las personas que viven con este tipo de padecimientos necesitaban cuidados constantes antes del brote del virus y los seguirán necesitando después de que se contenga el contagio.
“En casi todos los desastres, la gran mayoría de la población puede manejar sus emociones”, explicó Steven Southwick, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Yale, quien ha trabajado con sobrevivientes después de varios cataclismos, incluidos tiroteos masivos. “Muy pocos saben cuán resistentes son en realidad hasta que enfrentan circunstancias extraordinarias. De hecho, una de nuestras primeras tareas en este tipo de situaciones es hacerles notar precisamente eso”.
Las tendencias en la emisión de recetas médicas tampoco ofrecen mucha evidencia de una explosión en los trastornos mentales en los últimos meses. En marzo, cuando la epidemia se encontraba en su cúspide en muchas regiones, las recetas de medicamentos para controlar la ansiedad, como Xanax y Klonopin, aumentaron un 15 por ciento con respecto al mes de febrero; en el caso de los antidepresivos, aumentaron un 14 por ciento, y se recetó un cinco por ciento más de pastillas para dormir, según datos de OptumRx, la empresa encargada de administrar programas de recetas médicas de UnitedHealth Group.
No obstante, esas tasas comenzaron a bajar a principios de abril. Del total de recetas correspondientes a ese mes, 8,7 millones se emitieron por medicamentos contra la ansiedad y 27,4 millones por antidepresivos, cantidades muy cercanas a los promedios usuales para abril, según datos proporcionados por la firma de analítica para el sector de servicios de salud IQVIA. Las recetas para otras categorías de fármacos psiquiátricos, como antipsicóticos, se mantuvieron al nivel mensual promedio en marzo y abril.
“El hecho de que los aumentos en el uso de antidepresivos y fármacos contra la ansiedad hayan sido moderados y temporales podría calmar la inquietud en torno a la posibilidad de que la pandemia haya provocado alzas pronunciadas en los trastornos de ansiedad y en cambios de ánimo del público en general”, señaló en un correo electrónico Mark Olfson, profesor de Psiquiatría en la Universidad de Columbia. En particular, el alza que registraron en marzo las recetas de fármacos para controlar la ansiedad podría reflejar en parte el hecho de que las personas compraron más de los medicamentos que ya estaban tomando para tener una reserva, o quizás aumentaron su dosis, subrayó.