‘Ghostland’ te llevará a dar un paseo para revivir tus propios traumas y demonios más oscuros. Así como Chtulhu, la criatura inventada por el escritor H. P. Lovecraft, dormitaba en las profundidades del océano aguardando su tiempo para resurgir, el horror cinematográfico también estuvo en un estado similar.
No obstante, diversos directores se han encargado de rescatarlo en los últimos años de ese oscuro velo para llevarlo a reclamar el sitio que merece en el cine. Ghostland de Pascal Laugier, figura imprescindible del llamado Nuevo Extremismo francés, que pertenece a un tipo de cine visceral y ultraviolento que explota la vena más morbosa de la sangre y la locura, es una de las cintas que precisamente han inyectado al género de siniestras energías renovadas.
En otro artículo escrito por este mismo portal, ya habíamos considerado a Ghostland (Pesadilla en el infierno) como una de las pocas películas de la actualidad que sí dan miedo, y como un producto que ha vuelto a posicionar al horror como una fábrica imaginativa donde están surgiendo monstruosidades realmente aterradoras, como hacía mucho tiempo no se veía.
Tras aquella pesadilla titulada Martyrs, donde la violencia y el abuso físico tocaba sus niveles más enfermos, Laugier bajó las revoluciones en The Tall Man, una cinta de tintes sobrenaturales que dejaba de lado los relatos perturbadores que siempre lo caracterizaron.
Sin embargo, el maestro del Nuevo Extremismo francés se ha vuelto a poner en mood extremo y nos entrega una de las películas de horror que más han dado de qué hablar en lo que va de 2018. La historia se centra en una mujer y sus hijas adolescentes, Beth y Vera, la primera con una imaginación desbordante que encuentra en H. P. Lovecraft su gran inspiración, que llegan a una casa recién heredada. La mansión es absolutamente siniestra, llena de habitaciones y escaleras que llevan a otros espacios donde se resguardan objetos realmente perturbadores.
El horror cae sobre ellas cuando dos invasores, psicópatas mejor dicho, penetran en la casa en medio de la noche con el propósito de hacerles daño. La mujer defiende a sus hijas en una lucha donde la violencia gráfica destaca al más puro estilo de Laugier. Para su suerte, las tres sobreviven, pero dejando secuelas graves en su psique que serán el detonante de toda la trama. Algunos años después, Beth, quien se ha convertido en una novelista de notable éxito, regresa a la casa donde los hechos ocurrieron y en la que su madre y hermana se han quedado a vivir. Poco a poco comenzará a descubrir que los horrores del pasado siguen presentes en los rincones de la mansión.
Aquí comienza un juego que pone en entredicho todo lo que tomábamos como obvio en la cinta. Pascal Laugier no sólo juega con la mente de sus protagonistas sino también con la del espectador y sus sentimientos. La imaginación y la evasión, que siempre fueron los mejores aliados de Beth, toman un rol preponderante a partir de la segunda reaparición de quienes intentaron asesinarla a ella y su familia. Las menciones a H. P. Lovecraft no son gratuitas en este texto: Laugier hace un homenaje al nacido en Providence en diversos momentos de la historia, recordando que sigue siendo una de las principales figuras del horror literario y cinematográfico.
Ghostland obtuvo buenas críticas en el último Festival international du film fantastique de Gérardmer donde se llevó el Gran Premio del Jurado. Su capacidad de provocar auténtico terror proviene tanto de los elementos gráficos como de los psicológicos, que son los más fuertes en toda la historia.
Además la pareja de villanos psicópatas son realmente perturbadores: un hombre de inmenso tamaño y escasa inteligencia con un apetito sexual repulsivo que nos recuerda a las criaturas de cintas como Wrong Turn o The Hills Have Eyes del ya fallecido Wes Craven. Su pareja es una mujer que siempre viste de negro y que tiene la vista extraviada en sus enfermos pensamientos. Ésta en particular quizá sea la criatura más aterradora de toda la cinta no sólo por su apariencia física, que se asemeja a una especie de bruja, sino por sus extrañas costumbres como coleccionar extrañas muñecas o no hablar en lo absoluto. La atmósfera opresiva que marca cada minuto de Ghostland y su fotografía oscura es otro de los puntos más aterradores de la película.
Aquellos que hayan disfrutado de historias como High Tension de Alexandre Aja, Them de David Moreau y Xavier Palud, o Inside de Alexandre Bustillo (todas ellas notables ejemplos del Nuevo Extremismo francés),además de las cintas desquiciadas de Rob Zombie, sabrán apreciar todas las virtudes de Ghostland. El miedo tiene diversas caras y Pascal Laugier ha vuelto a ponernos de frente a los horrores que representan las invasiones físicas y mentales de parte de los extraños.
Si aún te resistes a creer que el horror está tomando un nuevo aire debes ver esta cinta para darte cuenta de lo contrario. En caso de que hayas perdido la fe en el nuevo terror, sigue reviviendo aquellas cintas que jamás podrán ser superadas, según The Guardian. Asimismo puedes visitar Netflix y ser testigo de las mejores producciones del género que están disponibles para saciar tu sed de sangre, muerte y fantasmas.