El Banco Macro decidió convertir corpiños en barbijos y por eso los empleados de todas las sucursales recibieron este miércoles una copa con unas tiras que se ajustan a la cara.
“No sé quién es el cráneo que compró esto, pero llegó a todas las sucursales de Macro. El problema de fondo es que cada banco hace lo que quiere. El sindicato mandó un protocolo que se aprobó, pero no se activó todavía. Lo del corpiño, claramente, no estaba en ese protocolo”, comentó Mercedes.
Al inicio de la pandemia, los bancos comenzaron a trabajar con guardias mínimas, que incluían tesorero, gerente y personal administrativo. Luego, cuando se retomó la atención comercial, llegaron los barbijos. Sin embargo, ante la escasez del producto, Macro optó por improvisar.
“Hablamos con el sindicato y nos van a mandar barbijos, pero no es responsabilidad de La Bancaria. El banco tiene que garantizar las medidas de higiene y seguridad”, analizó Marchisio y agregó: “El banco no toma medidas como desinfectar, colocar mamparas o tomar la fiebre a los empleados. Compromete no solo a los trabajadores, sino también a los usuarios. No hay un testeo ni un control sanitario y esto impacta directamente sobre los clientes. Es una desidia patronal de un sector que lleva una década de ganancias extraordinarias”.
Finalmente, la dirigente gremial enfatizó: “Queremos que se garanticen las medidas de higiene y seguridad, a través de la conformación de comités mixtos, porque si lo dejamos en manos de la patronal, nos ponen corpiños en la cara”. /Tiempo Argentino