En medio de la conmoción por el asesinato de Fernándo Báez Sosa de 19 años, a manos de 11 rugbiers en Villa Gesel, en Twitter, el periodista Adrian Murano, abrió el hilo y comentó sobre una situación que ocurrió tiempo atrás, en Tucumán. El tuit se hizo viral y puso de manifiesto otras vivencias similares.
El tuiter del periodista relata la siguiente historia: “Una sola vez en mi vida tuve miedo de morir. Ocurrió a los 16 años, en Miramar. Estábamos con dos amigos en un boliche cuando un equipo de #Rugby de Tucumán se propuso a los gritos: “Vamos a matar a los porteños”.
Cuando nos identificaron como tales (porteños), comenzó un hostigamiento que incluyó gritos, empujones, bebidas arrojadas al piso. Aguantamos cuanto pudimos para no quedar mal ante “las chicas” -en esa edad y época el “aguante” era una expresión de virilidad valorizada por todes-
Hasta que hicimos cuentas y decidimos la retirada: éramos tres alfeñiques medio nerds frente a una manada de musculosos desaforados.
Pero en la calle llegó lo peor. “Eh, porteño puto, vengan a pelear”. No miramos, pero supimos: los rugbiers habían salido detrás nuestro. Apuramos el paso en vano. Unos minutos después sentí un dolor agudo en la nuca. Me desvanecí. Atiné a ponerme en posición fetal.
Las patadas me fisuraron una costilla. A uno de mis amigos le fue peor: casi pierde un ojo. La manada cesó de golpear al sonido de una sirena. Apenas abrí los ojos ví el cañón de una 9mm que me apuntaba, con un policía detrás.
Mis amigos y yo fuimos demorados por desmanes en la vía pública. Adoloridos y en shock intentamos explicar que no habíamos iniciado ni participado de ninguna pelea, que habíamos sido atacados por ser porteños. Entre carcajadas, un suboficial nos mandó a callar a un calabozo.
Nos liberaron de madrugada y fuimos al hospital. Salimos de tarde. Caminar las diez cuadras hasta el departamento fue un suplicio. Creíamos ver a la manada en cada grupo de chicos que, al caer el sol, pasean sus hormonas por la peatonal.
Un año después empecé a trabajar como periodista profesional. En 30 años cubrí temporadas, hice móvil a la salida de boliches, escribí y edité decenas de notas sobre golpizas en patota. Nunca jamás usé la palabra “pelea” para referir a un ataque en manada. Hay una explicación:
“Pelea” fue el término que usó el policía para concluir que no debía hacer nada con los agresores, miembros de un club de Rugby de la alta sociedad tucumana. ¿Cuántos episodios idénticos alfombraron durante 30 años el crimen de Villa Gesell?
A Fernando Báez lo mataron los puños de una manada anabolizada. Y un largo historial de impunidad. Entrenadores, padres, ex jugadores y dirigentes del Rugby son tan responsables de la cultura criminal que propician, como las autoridades que los dejaron y dejan hacer.
A propósito: ayer fui al muelle de Miramar. El lugar donde me molieron a golpes. Sigo veraneando en esta playa que adoro, ahora con mis hijos. Pero hacía 30 años que no iba a ese punto de la ciudad, donde conocí el miedo a morir. Está igual.”
Una sola vez en mi vida tuve miedo de morir. Ocurrió a los 16 años, en Miramar. Estábamos con dos amigos en un boliche cuando un equipo de #Rugby de Tucumán se propuso a los gritos: "Vamos a matar a los porteños" (abro hilo).
— Adrián Murano (@adrianmurano) January 19, 2020
Del tuit, los usuarios empezaron a comentar diferentes historias que vivieron en la provincia a causa de los famosos rugbiers. Candela, usuaria de la red, relató que “, cuando era chica también pensé que nos mataban a mi y a mi primo, cuando un grupo de aproximadamente ocho a diez rugbiers en camioneta (Yerba Buena, Tucumán) nos empezaron a perseguir gritando que iban a matar a mi primo por ser p***. Fue horrible.”
Bueno, cuando era chica también pensé que nos mataban a mi y a mi primo, cuando un grupo de aprox. ocho a diez rugbiers en camioneta (Yerba Buena, Tucumán) nos empezaron a perseguir gritando que iban a matar a mi primo por ser puto. Fue horrible.
— Candela F. (@candela_fc) January 19, 2020
Te creo. Soy Tucumano y jugué al Rugby. Los ví destrozar la cantina de su club en un "tercer tiempo"
— Sergio Gustavo Diaz (@SEGUDI01) January 19, 2020
Soy tucumano. Veranee en Miramar en mi adolescencia (década del 90) peleas diarias indiferente al origen. Nunca participe. Gran parte de esta problemática nace en el seno familiar y florece con el abuso de alcohol en los chicos.
— Sebastian Pappalardo (@Juansetucuman) January 19, 2020
Los tucumanos de todas las clases sociales son peleadores. Los rugbiers (Que son muchos en Tucumán) no son la excepción. Donde hay mas de tres tucumanos juntos hay quilombo.
— Ernesto Acuña (@negrocata) January 19, 2020